La mayoría de los pacientes presentan cuadros de estrés postraumático, depresión, ansiedad y algunos pueden llegar hasta la neurosis

Superar el Covid-19, para algunos, no únicamente no es sencillo físicamente, sino que quedan las secuelas sicológicas, por ejemplo, la culpa por la posibilidad de haber contagiado a familiares o amigos.

La mayoría de los pacientes presentan cuadros de estrés postraumático, depresión, ansiedad y algunos pueden llegar hasta la neurosis, coinciden especialistas en salud mental del Estado de México.

Enojo, frustración, impotencia y el sentimiento de que si se hubieran cuidado no habrían expuesto a sus parejas, especialmente, se agudizan cuando un familiar o amigo muere por esta enfermedad, explica la encargada del área de atención psicológica del Centro Médico Adolfo López Mateos, Lizbeth García Dimas.

Para Alma, quien se desempeña como secretaria y no pudo dejar de trabajar durante la pandemia, el sentimiento de que contagió a sus familiares es terrible.

Si bien todos vencieron al Covid-19, asegura que aún no sabe cómo superar que ella pudo ser la causa del contagio de su mamá, cuatro hermanos, tres sobrinos y su pareja.

Alma contrajo el virus en su oficina. Aunque asistió a trabajar con guantes, mascarilla de plástico, el cubrebocas, gel antibacterial y sanitizante, no evitó que luego de que dos de sus compañeras tuvieron Covid19, ella dio positivo una semana después.

“Yo llevaba la despensa, la comida, todo a casa de mi madre. La idea era que nadie saliera porque así estaban protegidas. Un día noté que había perdido el olfato, supe que algo estaba mal. Me hicieron la prueba y le pedí a mi familia que hiciera lo mismo, salió positivo y también mis hermanas y mi mamá. Días después comenzaron con síntomas los niños y al mismo tiempo mi pareja —que es doctora— ya tenía el virus”, cuenta Alma.

Ella y su pareja se mantuvieron aisladas en su casa, con síntomas leves, pero su mamá comenzó a tener crisis que le impedían respirar, fue entonces cuando la culpa y el miedo la invadieron.

“No sabía cómo disculparme, ni qué pensar. Por fortuna mi pareja es médico y pudimos atenderla en casa, pero me daba pánico hospitalizarla. Me hacía mil escenarios en la mente”.

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