Proporcionan equilibrio sensitivo y ayudan a huir de una situación de peligro: María Santos Becerril Pérez

Ubicar qué emoción negativa se tiene, como un área de oportunidad y no como un problema, permite trabajarla y, en la medida de lo posible, llegar a sentirse aún mejor consigo mismo, aseguró la académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, María Santos Becerril Pérez.

De acuerdo con la especialista, es necesario cambiar la terminología de “control” por “regulación de las emociones negativas” para que las personas aprendan a identificarlas y nombrarlas con el fin de lograr mejor interacción social y bienestar propio.

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Explicó que las emociones son reacciones básicas fisiológicas que todo ser humano tiene para sobrevivir; las hay positivas y negativas, y están presentes a partir del nacimiento. La capacidad de reacción depende de cómo se aprenden en casa, y después en los ambientes en que se desarrolla la persona.

Las negativas, abundó, son esenciales porque dan equilibrio sensitivo y ayudan a moverse o a huir de una situación de peligro. El miedo, enojo, frustración y tristeza se agrupan en esta categoría, por lo que niveles exacerbados de cualquiera de éstas puede generar dificultades en el ámbito patológico y la manera de relacionarse con los demás.

La universitaria refirió que si el individuo logra identificar qué es lo que siente, entonces podrá ser coherente; es decir, congruente con lo que piensa, siente y realiza. Inclusive, la interacción social mejora, debido a que la expresión asertiva conlleva a la empatía y tener estrategias como alejarse un tiempo para procesar su sentir para posteriormente dialogar, con la finalidad de resolver la situación.

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Nueva realidad

De acuerdo con un comunicado emitido en julio de 2021 por el Instituto Mexicano del Seguro Social, durante la emergencia sanitaria los trastornos mentales que más se presentan son ansiedad (la persona está preocupada todo el tiempo); pánico y fobias sociales; además, se incrementaron los afectivos y los relacionados con situaciones estresantes, en particular estrés postraumático y de tipo agudo.

Becerril Pérez destacó que para la mayoría de las personas el inicio del confinamiento fue una buena experiencia, pues implicó que la familia estuviera reunida en casa; pero al cabo de los meses significó un reto porque se sintió un ambiente de estrés, ansiedad y preocupación por sobrevivir.

Para la experta, es indispensable trabajar las emociones negativas que se reconocen, aunque admitió que no es fácil manejarlas, sobre todo si tienen un nivel de intensidad alto. No obstante, se pueden establecer ciertas metas y lograr bienestar a escala personal, de pareja, familiar, laboral y social. “Es importante tener claro que la reacción de una persona también puede lastimar a otros”, concluyó.   

F. DGCS UNAM

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