Los autores esperaban inicialmente que los niños y los jóvenes tuvieran un mayor riesgo de padecer una enfermedad grave.
Una nueva investigación ha comprobado que los niños y los jóvenes pueden tener un bajo riesgo de contraer la COVID-19 aguda grave, según un estudio realizado durante la primera mitad de la pandemia y publicado en CMAJ (Canadian Medical Association Journal).
Los investigadores del Programa Canadiense de Vigilancia Pediátrica (CPSP) examinaron las hospitalizaciones de niños con infección por SARS-CoV-2 y los factores de gravedad de la enfermedad entre los niños y jóvenes ingresados en el hospital.
El estudio incluyó datos de 264 niños y jóvenes con infección por SARS-CoV-2 hospitalizados en todo Canadá entre el 25 de marzo y el 31 de diciembre de 2020, y en él participaron 2.800 pediatras. Los datos se recogieron antes de que la variante Delta se convirtiera en dominante en Canadá.
De todos los niños y jóvenes con infección por SARS-CoV-2 ingresados en el hospital, el 43% lo fueron por otros motivos -como preocupaciones médicas no relacionadas con el COVID-19 o por motivos de control de la infección- y las infecciones se detectaron de forma incidental.
«Nuestro estudio muestra que la presentación clínica y la gravedad de la enfermedad causada por la infección por SARS-CoV-2 fueron diferentes en los niños que en los adultos en la primera parte de la pandemia de COVID-19 en Canadá«, escribe el doctor Shaun Morris, coautor, médico especialista en enfermedades infecciosas del Hospital para Niños Enfermos (SickKids) y profesor asociado del Departamento de Pediatría de la Universidad de Toronto, junto con sus coautores.
Los autores esperaban inicialmente que los niños y los jóvenes tuvieran un mayor riesgo de padecer una enfermedad grave, dado lo que se suele observar con las infecciones respiratorias víricas en la población pediátrica.
Los síntomas más comunes de los 150 niños y jóvenes ingresados principalmente por COVID-19 fueron fiebre (70%), vómitos (35%) y tos (34%). La mitad (50%) de los niños y jóvenes ingresados en el hospital por COVID-19 fueron descritos como enfermos graves, el 21% de los pacientes fueron ingresados en la unidad de cuidados intensivos y el 13% necesitaron apoyo cardíaco o respiratorio más allá del oxígeno de bajo flujo.
«Aunque recientemente se ha demostrado que los niños tienen la mayor seroprevalencia de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 entre todos los grupos de edad en Canadá (3,3%), el número relativamente pequeño de ingresos hospitalarios pediátricos pone de manifiesto que los niños tienen una infección menos grave que los adultos aunque puedan infectarse con más frecuencia», escribe la doctora Fatima Kakkar, coautora, médica de enfermedades infecciosas del Centre Hospitalier Universitaire Sainte-Justine y profesora asociada del Departamento de Pediatría de la Universidad de Montreal (Quebec).
Los niños y jóvenes con enfermedad grave eran más propensos a tener una condición de salud subyacente, como la obesidad, y condiciones neurológicas y respiratorias (distintas del asma). Aproximadamente la mitad de los que padecían una enfermedad grave tenían al menos una comorbilidad.
Los bebés y los adolescentes presentaban mayores tasas de hospitalización que los niños en edad escolar. Los autores sugieren que esto puede deberse a que los médicos fueron más cautelosos en el caso de los bebés, mientras que las mayores tasas de hospitalización en los adolescentes podrían deberse a que tienen un mayor riesgo de infección y presentan una enfermedad más grave.
Las muertes en niños por COVID-19 fueron muy escasas, en consonancia con los estudios publicados anteriormente.
«En general, los resultados de este estudio sirven para informar a los padres y a los responsables políticos de que la enfermedad aguda grave en niños fue poco frecuente durante el periodo de estudio –resalta Morris–. Es importante señalar que estos resultados del estudio reflejan la carga de la enfermedad antes de la variante Delta».
Aunque se sabe que la variante Delta es más infecciosa, aún no se sabe si causa una enfermedad más grave en los niños o en los jóvenes.
Los autores abogan por un seguimiento continuado en caso de que se produzcan posibles cambios en la epidemiología de la COVID-19 y por una mejor comprensión de la gravedad de la enfermedad en los niños y jóvenes sanos, así como en los que padecen enfermedades subyacentes.