Somos más felices regalando, ya que hacerlo activa la parte del cerebro involucrada en las conexiones sociales y el altruismo
Dar y recibir regalos en estas fechas es fundamental. De hecho, muchas quejas van en esta dirección: ¡Se gasta mucho! Claro que es el sueño de los grandes almacenes, de hecho la publicidad cada vez se hace más temprano.
Y sí, a muchos nos emociona esperar nuestro regalito y también observar a nuestros seres queridos cuando les damos el suyo.
De hecho, un estudio realizado por Moll y sus colaboradores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, St. Louis, nos confirma que somos más felices regalando, ya que hacerlo activa la parte del cerebro involucrada en las conexiones sociales y el altruismo.
Esto tiene una explicación evolutiva, puesto que se refuerzan comportamientos beneficiosos para la sociedad.
La mala noticia es que a pesar de que nuestros amigos y familiares se esfuercen para seleccionarnos el regalo más adecuado, ya sabemos que muy probablemente no van a atinar, pero tampoco nosotros ¡Qué barbaridad!
Y, ¿cómo reaccionamos ante esto?
Los resultados de un estudio realizado por Dunn y sus colaboradores (2008), revelaron además, que los varones tienen más probabilidades de reaccionar desfavorablemente a recibir regalos que no desean.
Ir de comprar en Navidad a veces puede ser estresante, especialmente cuando estamos rodeados de multitudes.
Por lo tanto, ¿es posible que los propietarios intenten manipular la atmósfera para hacernos sentir más a gusto y seguir comprando por más tiempo?
La investigación nos dice que sí, y que funciona muy bien.
Spangenberg y sus colaboradores (2005) han encontrado que estimulando varios sentidos a la vez, por ejemplo combinando esencias y música navideñas incrementa más la influencia en el consumidor que con estímulos separados.
La palabra para designar esta serie de estrategias emocionales dirigidas a gastar dinero, los sentimientos e incitar al consumo en estas fechas tiene su nombre: marketing emocional navideño.