El TOC, que afecta a un 2% de la población mundial, provoca pensamientos recurrentes no deseados y comportamientos repetitivos.
En un esfuerzo por mejorar el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo, un equipo de investigadores ha registrado por primera vez las señales eléctricas en el cerebro humano asociadas con los flujos y reflujos de los síntomas del TOC durante un período prolongado en sus hogares mientras realizaban su vida diaria.
Según publican en la revista ‘Nature Medicine’, la investigación podría ser un paso importante para hacer que una terapia emergente llamada estimulación cerebral profunda responda a los cambios cotidianos de los síntomas del TOC.
El TOC, que afecta a un 2% de la población mundial, provoca pensamientos recurrentes no deseados y comportamientos repetitivos. El trastorno suele ser debilitante y hasta un 20-40% de los casos no responden a los tratamientos tradicionales con fármacos o conductuales.
La estimulación cerebral profunda (ECP), una técnica que consiste en pequeños electrodos colocados con precisión en el cerebro que emiten suaves impulsos eléctricos, es eficaz para tratar a más de la mitad de los pacientes en los que han fracasado otras terapias.
La investigación, dirigida por Nicole Provenza, doctora en ingeniería biomédica recién graduada en el laboratorio de Borton, fue una colaboración entre el grupo de investigación de Borton, afiliado al Instituto Carney de Ciencias del Cerebro y a la Escuela de Ingeniería de Brown; los grupos de investigación del doctor Wayne Goodman y del doctor Sameer Sheth en la Facultad de Medicina de Baylor; y Jeff Cohn, del Departamento de Psicología y el Programa de Sistemas Inteligentes de la Universidad de Pittsburgh y la Universidad Carnegie Mellon.
Para el estudio, el equipo de Goodman reclutó a cinco participantes con TOC grave que eran aptos para el tratamiento con ECP. Sheth, neurocirujano principal, implantó a cada uno de los participantes un dispositivo de ECP en fase de investigación de Medtronic capaz tanto de suministrar estimulación como de registrar las señales eléctricas nativas del cerebro.
Utilizando las capacidades de detección del hardware, el equipo recopiló datos de señales cerebrales de los participantes tanto en entornos clínicos como en casa mientras realizaban sus actividades diarias.
Junto con los datos de las señales cerebrales, el equipo también recogió un conjunto de biomarcadores de comportamiento. En el entorno clínico, éstos incluían la expresión facial y el movimiento corporal.
«Es la primera vez que las señales cerebrales de los participantes con enfermedades neuropsiquiátricas se registran crónicamente en casa junto con las medidas de comportamiento pertinentes –señala Provenza–. Usando estas señales cerebrales, podemos ser capaces de diferenciar entre cuando alguien está experimentando síntomas de TOC, y cuando no lo está, y esta técnica hizo posible registrar esta diversidad de comportamiento y actividad cerebral».