Un joven de 36 años de edad, se convirtió en el cuarto donador multiorgánico del año en el Hospital de Traumatología y Ortopedia del IMSS.
“Mi esposo siempre quiso donar, fue donador voluntario y así lo puso en sus tarjetas. Estoy segura que él estaría orgulloso de lo que estoy haciendo”.
La voz de esta mujer se quiebra cuando habla y recuerda a su esposo, que falleció hace apenas unas horas y a quien no se cansa de calificar como un hombre “sencillo”, “altruista” y en resumen, “la mejor persona”.
Sus identidades quedan en el anonimato. Ella ha evitado divulgarlos, aun cuando su cónyuge logró uno de sus objetivos: darle vida a otros luego de su muerte.
A los 36 años de edad, un percance vial le arrebató la vida; pero así se convirtió en el cuarto donador multiorgánico del Hospital de Traumatología y Ortopedia del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En medio del trance que implica haber perdido a su compañero de vida, la mujer toma aire para lanzar un llamado a quien pueda escucharla: “Yo invito a la gente que sí done, es algo bueno. No pasa nada”.
Santa Blanca Mora, coordinadora Hospitalaria de Donación de Órganos y Tejidos con fines de trasplante del Hospital de Traumatología y Ortopedia, explica en su oportunidad, que los médicos lograron tomar los dos riñones, el corazón y el hígado.
Sin embargo, su tipo de sangre, AB+, no es tan común y sólo se encontraron receptores para los dos primeros órganos, que fueron enviados a pacientes en el Hospital IMSS San José.
El corazón y el hígado se perdieron; pero aun así, la doctora afirma que no puede minimizarse el logro, especialmente, en un país donde la inclinación a la donación de órganos es tan complicada.
“Dar vida es algo que no se puede medir”, menciona. Finalmente, lamenta que haya quienes piensen que los médicos dedicados al trasplante de órganos y tejidos lucran con dicha práctica, cuando se trata de procesos ampliamente regulados y que implican un esfuerzo grande.
