Los investigadores realizaron el estudio entre 12 parejas jóvenes, sanas y heterosexuales que pasaron cuatro noches en el laboratorio del sueño.
Aunque en muchos países compartir una cama con la pareja es una práctica común, la investigación que sobre la relación de esta práctica con la calidad del sueño es escasa y contradictoria. La mayoría de los estudios han comparado el sueño compartido con el sueño individual en parejas midiendo solo los movimientos corporales.
Sin embargo, el doctor Henning Johannes Drews, del Centro de Psiquiatría Integrativa (ZIP), en Alemania, y su equipo superaron estas limitaciones al evaluar también la arquitectura del sueño en parejas que compartían una cama.
Los investigadores realizaron el estudio entre 12 parejas jóvenes, sanas y heterosexuales que pasaron cuatro noches en el laboratorio del sueño.
Midieron los parámetros del sueño tanto en presencia como en ausencia de la pareja mediante la polisomnografía dual simultánea, que es un «método muy exacto, detallado y completo para capturar el sueño en muchos niveles, desde las ondas cerebrales hasta los movimientos, la respiración, la tensión muscular, los movimientos a la actividad cardíaca», explica Drews.
Además, los participantes completaron cuestionarios diseñados para medir las características de la relación (por ejemplo, duración de la relación, grado de amor apasionado, profundidad de la relación, etc).
Los resultados mostraron que el sueño de movimientos oculares rápidos (REM) aumenta y se interrumpe menos en las parejas que duermen juntas en comparación con cuando dormían individualmente. Este hallazgo es particularmente relevante porque el sueño REM, que se asocia con sueños vívidos, se ha relacionado con la regulación de las emociones, la consolidación de la memoria, las interacciones sociales y la resolución creativa de problemas.
El equipo también descubrió que las parejas sincronizan sus patrones de sueño cuando duermen juntas. Esta sincronización, que no está vinculada al hecho de que las parejas se molesten entre sí durante la noche, se asocia positivamente con la profundidad de la relación.
En otras palabras, cuanta más importancia daban a la relación en su vida los participantes más fuerte era la sincronización con su pareja.
Los investigadores apuntan a un ciclo de retroalimentación positiva en el que dormir juntos mejora y estabiliza el sueño REM, que a su vez mejora nuestras interacciones sociales y reduce el estrés emocional. Aunque no midieron específicamente estos posibles efectos, el doctor Drews dice que «dado que estos son efectos bien conocidos del sueño REM, es muy probable que se observen si los analizamos».
Curiosamente, los investigadores encontraron un mayor movimiento de las extremidades en parejas que comparten la cama. Sin embargo, estos movimientos no interrumpen la arquitectura del sueño, que permanece inalterada.
Aunque los resultados son prometedores, quedan muchas preguntas por responder. «Lo primero que es importante evaluar en el futuro es si los efectos de pareja que encontramos (promovió el sueño REM durante el sueño compartido) también están presentes en una muestra más diversa (por ejemplo, ancianos o si una pareja sufre de un enfermedad)», apunta el doctor.
A pesar del pequeño tamaño de la muestra y la naturaleza exploratoria de algunos de los análisis, esta investigación fomenta la comprensión del sueño en pareja y su posible implicación para la salud mental. El doctor Drews agrega que «dormir con una pareja podría darle un impulso adicional con respecto a su salud mental, su memoria y sus habilidades creativas para resolver problemas»