Así lo alertó el doctor Víctor Aguilera Sosa, profesor e investigador del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Debido a la pandemia por COVID-19, la humanidad ha atravesado por varios niveles de estrés: agudo, crónico y postraumático, que han sido más evidentes en el personal de salud, particularmente en los encargados de atender a pacientes a punto de morir. Esto ha dado lugar a otra pandemia que amenaza directamente a la salud mental, bienestar y calidad de vida de la población, alertó el doctor Víctor Aguilera Sosa, profesor e investigador del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Indicó que más de 30 por ciento de la población mundial presenta algún trastorno del sueño, varios tipos de insomnio: fase de sueño atrasada, microdespertares, fase inversa del dormir o hipersomnolencia (mucho sueño durante el día), fenómeno relacionado con la depresión.
El doctor en Ciencias en Investigación en Medicina, por la Escuela Superior de Medicina (ESM), externó que también aparecieron otros fenómenos del comportamiento, como la “anticipación a la pérdida”, que es la percepción constante de que se perderá algo, lo que genera elevados niveles de ansiedad, angustia, depresión, indefensión y aumento de ideación suicida.
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Manifestó que, aunque el personal de salud fue el receptor directo de estas emociones y traumas psicológicos, el temor y el miedo comenzaron a generalizarse en todo el mundo, sobre todo cuando comenzaron a aumentar las “multipérdidas” y los “multiduelos”, que incluyeron no solo a seres queridos sino también trabajos, escuela, redes de apoyo y rituales sociales.
“La cantidad de pérdidas y despedidas que los médicos internistas tuvieron que presenciar, aunado al mínimo contacto social que tuvieron desde el inicio de la pandemia, los llevó a generar estados crónicos de frustración, malestar, agotamiento mental, emocional y físico, de manera particular en el personal femenino”, dijo el especialista en medicina del sueño.
Resaltó que después del largo confinamiento hay una respuesta psicológica conocida como el “síndrome de la cabaña”, fenómeno por el que las personas sienten protección excesiva en casa y, por otro lado, el grupo de los “súpercontagiadores” conformado por lo jóvenes, que quedaron al frente de familias desintegradas o por su situación económica, incluso por la creencia de su “fortaleza superior” ante la enfermedad, salen sin los mínimos cuidados sanitarios.
MEDIDAS PARA AFRONTAR LA CRISIS DE SALUD MENTAL
Ante este panorama, el especialista politécnico advirtió que es necesario organizar las actividades por ciclos diarios, semanales y mensuales, cuidar la hora de dormir y levantarse, respetar los horarios para desayunar, comer y cenar. Buscar apoyo psicológico entre la oferta de especialistas, páginas informativas, blogs y canales virtuales. También se debe evitar la comida ultraprocesada, realizar actividad física, así como tener salidas a los parques en horarios poco concurridos y establecer un horario para el homeoffice.
“En cada etapa de la historia de la humanidad hay un rompimiento de lo establecido y después de la crisis viene el aprendizaje y la resiliencia. Muchos de los grandes avances sociales, económicos, culturales, políticos y científicos vinieron después de una pandemia. Tal vez, ahora haya un segundo renacimiento, no solo tecnológico, también de conciencia, en el que podamos recuperarnos como especie y recuperar nuestro entorno” destacó el docente politécnico.