El diario The New York Times realizó un profundo estudio acerca de un concepto llamado «dead butt syndrome». Esta dolencia se traduce como “síndrome de la amnesia glútea”, “síndrome del trasero muerto” o, más específico y coloquial, “culo de oficinista”. Se trata de los efectos que sufren las persona al pasar sentados buena parte del día a día.
Cuando nos sentamos, nuestros glúteos quedan en una posición de estiramiento. Si mantenemos esta postura durante mucho tiempo, el músculo puede “olvidar” cómo activarse posteriormente (como cuando hacemos ejercicios como el puente de glúteos o extensiones en cuadrupedia).
Es por lo anterior el término “amnesia glútea” o “trasero muerto”. Aunque pueda parecer similar, no tiene nada que ver con el hormigueo que sentimos cuando los nervios se comprimen debido a una mala postura.
En este caso los síntomas no son tan inmediatos. Llegados a este punto cabe recordar que la región glútea se divide en tres partes: glúteo mayor, medio y menor, todos ellos con funciones compartidas y específicas tan importantes como ayudarnos a mantenernos erguidos. El trabajo clásico de oficinista – atado a la silla de 9 a 18, frente a una pantalla y con escaso movimiento– debilita y resta firmeza a los glúteos, pero esta peculiar amnesia repercute sobre todo en los glúteos medios, responsables de mover y rotar el fémur o de abducir la articulación de la cadera.
Esta “pérdida de memoria”, además, no solo impacta en el trasero, también puede desencadenar dolores en otros puntos del cuerpo. Imaginemos el tejido muscular como una maquina integrada por decenas de engranajes, si el funcionamiento de alguno de ellos es erróneo, se puede producir un fallo en cadena. El dolor de espalda, de cadera o incluso de rodilla podrían ser uno de los daños colaterales sufridos por los músculos que terminar por asumir funciones que deberían ser ejecutadas por esos glúteos amnésicos. Por suerte, tiene solución y pasa por mantenerse activos y contrarrestar esas horas estáticas de jornada laboral.
Para Carabel, el entrenamiento de fuerza es muy efectivo para paliar el dolor muscular general ocasionado por largas jornadas en la oficina, sin importar “la condición física o la edad”, pero siempre adaptado a las necesidades de cada cual. Y recuerda que “la fuerza no es solo levantamiento de pesas, se puede realizar ejercicio de fuerza con tu propio cuerpo, con una cinta elástica, una banda o levantándote de una silla, eso es un entrenamiento de fuerza”. En el caso concreto de los glúteos, lo idóneo es activar la zona y fortalecerla con rutinas específicas en forma de series. Desde la patada de glúteo, hasta el famoso hip thrust (para quienes no estén familiarizados con la jerga deportiva, consiste en empujar la cadera con un peso) o la plancha lateral con abertura de pierna.
La importancia de la postura y de tener una buena silla para combatir el Culo de oficinista
Adoptar una correcta actitud postural es clave para evitar o minimizar los problemas musculares provocados por el síndrome de Culo de oficinista, pero sin una silla adecuada poco se podrá hacer. Y según los datos, parece que en España no siempre se cumplen los requisitos mínimos en lo referente a sillas de oficina, sujetas a normativas nacionales e internacionales.
En un estudio elaborado por Actiu, una empresa española especializada en mobiliario para empresas, “el 55% de los encuestados mencionaron problemas o conocían a alguien que los había experimentado debido a mobiliario inadecuado, especialmente en teletrabajo”. Este último matiz es relevante ya que desde la pandemia el trabajo remoto se ha incrementado y, a pesar de que la mayoría de las empresas han recuperado la presencialidad en mayor o menor medida, en 2023 hubo más de tres millones de empleados trabajando desde casa.
La silla de oficina ideal, explica Lina Jiménez, técnica de comunicación y eventos de Actiu, “debe ser ergonómica, ajustable en altura y respaldo, ofrecer un buen apoyo lumbar, tener reposabrazos y adaptarse a la morfología y movimientos del cuerpo”. “Estos aspectos”, prosigue la experta, “aseguran una postura adecuada y reducen el riesgo de dolencias musculoesqueléticas como lumbalgias y contracturas”.
Tampoco hay que olvidar que durante la jornada laboral los trabajadores tienen derecho al descanso, un periodo de tiempo que según el artículo 34 del Estatuto de los Trabajadores será de 15 minutos por cada seis horas trabajadas. Los expertos recomiendan reservar ese tiempo a estirar las piernas y ponerse en movimiento en la medida de lo posible. Y junto a este descanso prolongado, “lo ideal es tomar pausas activas cada 30-60 minutos para activar los músculos y mejorar la circulación, fomentando la movilidad, como promueven Actiu y su enfoque de ergonomía dinámica”, sostiene Jiménez.
Con ella coincide la fisioterapeuta Ana Carabel al subrayar la importancia de mantenerse activo: “Cada hora más o menos hay que levantarse de la silla, moverse por el área de trabajo, intentar hacer las llamadas de trabajo de pie o levantarse para evitar ese estiramiento muscular”. Pasar la jornada laboral pegadas al ordenador, comiendo frente a la pantalla y sin apenas levantarse no potenciará la productividad, más bien al contrario.
A largo plazo impactará sobre la salud física y emocional, así que antes de que el cuerpo grite auxilio por el síndrome de culo de oficinista en forma de dolencias como la amnesia glútea, es mejor recordar los problemas que conlleva atarte a la silla de la oficina.
Con información de El País.
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