Antes de morir sus compañeros le dieron una esperanza, “ahorita vamos, nada más conseguimos para gasolina y lo de las casetas»

Horas antes de morir, el presunto ladrón que fue linchado en San Pablo del Monte, advirtió por teléfono a sus cómplices que estaba en peligro:

«Ya vieron la foto que les mandé, no es broma ya cáiganle acá» -les dijo.

Había sido golpeado y tenía problemas para hablar, admitió que había participado en el robo de una camioneta y ante la amenaza de ser asesinado si sus compinches no regresaban la unidad, les envió una imagen por Whatsap y más tarde les habló por teléfono.

Entre la turba de la comunidad de San Nicolás gritaban:

«Mejor hay que prénderle fuego, ya no creo que regresen, es una estupidez pensar que van a regresar la camioneta» -dijo uno.

El ladrón rodeado por la gente clamaba piedad, lo pidió por Dios y guardó una esperanza cuando le prometieron del otro extremo de la linea telefónica:

«Si ahorita vamos, nada más conseguimos para gasolina y lo de las casetas«.

Cuando colgó y le retiraron el celular, miró al cielo, como si estuviera a punto de vivir un milagro, pero una patada en el rostro lo regresó al suelo, a la realidad.

“Es que ya estamos hartos de tanto robo, todos los fines de semana se están robando varias camionetas acá en San Pablo”, exclamó un sujeto de tez morena, cabello corto, gordo, y al grito de hay que matarlo exclamó,

“A mi hermana le dispararon en el parabrisas y le quitaron una camioneta, en otra ocasión nos asaltaron y nos robaron mercancía. Pero lo que no sabes es que ya tengo permiso de portar armar”, fue entonces cuando abrió la chamarra y en el cinturón tenia sujetada una escuadra.

Al escuchar las torretas de las patrullas municipales, los enardecidos se aglutinaron y encargaron a uno de los presentes a que tocaran las campanas, pues habían acordado que el ladrón no saldría de San Pablo del Monte más que muerto.

“Toquen las campanas necesitamos gente, ya no le peguen, ya no le peguen hay que hacerlo sufrir al ojete. A todos los cabrones que andan grabando quítenles su celular, los videos nos van a delatar, los de la prensa mándelos a freír churros”, gritaba uno de los que lideraba el conflicto.

A los pocos minutos acordaron que el sujeto no sería liberado hasta que les regresarán la unidad robada, “si lo rodemos nada más, los polis fácil nos lo van a quitar, traigan gasolina lo roseamos y si se arriman le prendemos lumbre”.

Entre los presentes alguien grito, “El carro en el que veían lo acabamos de prender, esto ya se puso cabrón”.

A los pocos minutos decenas de granaderos arribaron a la zona, trataron de negociar pero los lugareños no cedieron, pues querían primero la camioneta tipo Ranger, modelo 2015, color blanca que fue hurtada con armas de fuego sobre la calle Allende, entre 20 de noviembre e Indico.

“Vamos a dar tiempo, la unidad ya la localizaron, estos desgraciados nos tienen atados de las manos, comandante dale indicación a los compañeros, vamos a cercar la zona y nadie va actuar hasta que les demos luz verde, saquen a los de la prensa, no dejen que graben”, indicó uno de los uniformados.

Desde que el sujeto fue retenido minutos después de las 10:00 horas hasta que arribó la camioneta los inconformes no dejaban de golpear al masculino quien dijo ser originario del estado de Puebla.

“Si me dejan les voy a decir donde está la camioneta, mis compañeros me iban a esperar en la segunda caseta de la carretera que nos lleva a Veracruz”, habló ya con voz muy baja.

Al filo de las 14:00 horas llegó una grúa con la camioneta que horas antes habían robado.

Corran, corran estos desgraciados ya están aventando gas, ese cabrón ya se lo llevaron, ya se largaron, hay que juntarnos y darle en la torre al presidente municipal”, fue casi el final del problema.

Después de las 15:00 horas la multitud empezó a expandirse, “No mamen, están diciendo en la face que el desgraciado ese ya se murió, no eso es una jalada esos los policías se lo llevaron vivo, es más ellos lo ahogaron con el gas, se lo llevaron vivo que no nos vayan a echar la culpa”.

Ante el informé que el presunto delincuente había muerto, los presentes empezaron a correr a sus domicilios para evitar que se les culpara, sin embargo exclamó una señora canosa, bajita, de ojos claros y con babero,

“Todos aquellos desgraciados que grabaron, borren todo, todos estamos metidos y todos vamos enfrentar este problema”.

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