Los médicos y los científicos tendrán que seguir analizando la eficacia de la vacuna una vez sea pública.
El coronavirus ha puesto patas arriba la vida tal y como era antes. Desde las quedadas con amigos hasta los recados del día a día, todo ha cambiado por completo. De ahí que se espere con ansias la llegada de la primera vacuna eficaz contra la covid-19, para estar a salvo y volver a la vieja normalidad.
Pero la triste realidad es que la vieja normalidad tardará en llegar incluso después de la vacuna por, entre otros motivos, las dudas sobre su eficacia y su distribución.
“Conviene que tengamos en cuenta una cosa: esto no es pulsar un interruptor y ya de repente estamos todos a salvo y vacunados. Va a llevar tiempo”, asegura Hilary Godwin, decana de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Washington. “Tenemos la suerte de que existen varias candidatas a vacunas en desarrollo, pero hemos acelerado enormemente el proceso, de modo que existe la posibilidad de que alguna no sea efectiva”.
La vida seguirá siendo diferente en los años venideros, pero ¿qué significa eso exactamente? Esto es lo que opinan los expertos.
Las mascarillas no desaparecerán
De aquí a un año o más, Godwin piensa que seguirá habiendo mucha gente con mascarilla en lugares públicos, sobre todo las personas más vulnerables.
“Aunque llevar mascarilla no formaba parte de nuestra cultura, de ahora en adelante será algo normal, igual que ha ido sucediendo en los países asiáticos en los últimos años”, asegura.
Los médicos y los científicos tendrán que seguir analizando la eficacia de la vacuna una vez sea pública.
La velocidad a la que están trabajando los científicos para desarrollar la vacuna es sorprendente, pero además de esperanza, suscita dudas entre los profesionales de la salud.
“Este ritmo de desarrollo de la vacuna no lo hemos visto nunca antes”, comenta la enfermera y científica Aparna Kumar, profesora asistente en la Universidad Thomas Jefferson. “Es fantástico que la ciencia avance rápido, pero también va a limitar lo que sepamos sobre la eficacia de la vacuna antes de que salga”.
Kumar define la eficacia de la vacuna como lo bien que funciona en condiciones ideales; es decir, se necesita un ensayo aleatorio y controlado para ver cuánto se reduce la incidencia de la enfermedad en contraste con la población no vacunada.
La especialista, que también dirige el equipo de investigación Dear Pandemic contra la desinformación sobre el coronavirus en redes sociales, señala que la vacuna probablemente tampoco erradique el virus.
Las vacunas que se administran en la infancia funcionan muy bien, pero las de la gripe tienen una eficacia de entre el 40% y el 60%, según el año y la cepa.
“La vacuna de la gripe evita que muchas personas enfermen de gravedad y que el virus circule a gran escala por la población, pero se sabe que muchas de las personas vacunadas acaban contrayendo la gripe”, explica.
También señala que la eficacia de la vacuna es difícil de conocer antes de administrársela a la población, por lo que los profesionales de la salud no pueden predecir su éxito hasta que haya pasado un tiempo después de haberla administrado.
Controversia sobre la distribución de la vacuna
La rapidez con la que se están desarrollando las vacunas también suscita preocupación sobre su distribución.
“Vamos a tener dificultades de distribución de la vacuna principalmente por los problemas con la cadena de suministros”, advierte el médico científico Tony Moody, de la Universidad Duke. ”¿Cómo fabricar suficientes dosis y distribuirlas en los plazos adecuados?”. “Sabemos fabricar miles de millones de dosis cada año para la gripe, pero siendo un producto nuevo, va a ser complicado fabricarlo y distribuirlo en poco tiempo”.
Otro de los problemas será la fabricación de suficientes viales de vidrio y tapones para almacenar y distribuir la vacuna.
“Aunque puedas fabricar la vacuna en grandes cantidades, ¿puedes fabricar también suficientes viales?”.