Arturo Trejo Laudo nos cuenta de un edificio con un inmenso reloj en su fachada, que le ha dado la hora a todo aquel que pasa por casi 100 años.
De entre todas las historias que guardan los edificios del Centro Histórico, hay uno en la calle de Madero del que vale la pena hablar.
Un edificio con un inmenso reloj en su fachada, que le ha dado la hora a todo aquel que pasa por casi 100 años.
Primero fue una joyería, que en su momento fue la más importante de la Ciudad de México y después un museo imprescindible para todo el que vive aquí, que guarda en su interior todas las joyas que coleccionó Carlos Monsiváis.
En 1892 se inauguró una lujosa joyería llamada Esmeralda. El proyecto estuvo a cargo de dos arquitectos que impregnaron en el edificio sus influencias francesas y neoclásicas, y dejaron en la ciudad dos huellas profundas: un reloj incrustado en la fachada del recinto y unas escaleras estilo Art Decó que impresionaban a los visitantes por su belleza.
Era tan hermosa esta joyería, que los capitalinos de finales del XIX iban al lugar sólo a deslumbrase con las piedras preciosas que estaban a la venta. A ver, sin comprar, los anillos y los collares recen llegados del viejo continente. De hecho, algunos periódicos del momento cuentan que pocos días después de su apertura fue a visitarla el entonces Presidente Porfirio
Díaz, que según los reportajes recorrió con una felicidad enorme los tres pisos del almacén y aduló las exhibiciones de alhajas que estaban dentro de las vidrieras.
Además de ser una joyería, este espléndido edificio fue también un conjunto residencial muy importante en esta metrópoli. Ahí vivió, la famosa luchadora independentista María Ignacia también conocida como la «Güera Rodríguez» se dice que en su suntuosa casa, recibía a las grandes luminarias intelectuales del siglo XVIII, entre ellos a Simón Bolívar, que al parecer estaba profundamente enamorado de su belleza.
En algún momento la suntuosa joyería desapareció, y en 2006 se convirtió en el Museo del Estanquillo, un lugar casi mágico que guarda en su interior las hermosas colecciones que el cronista e intelectual Carlos Monsiváis hizo durante su vida. Este proyecto nació, entre otras cosas, por la necesidad del célebre intelectual de mostrarle a los capitalinos su historia a través de cuatro décadas de objetos.
Se dice que el mismo Monsiváis fue quien escogió el emblemático edificio del reloj como casa de sus joyas personales, porque le maravillaba la estupenda fachada y la historia que contenía el inmueble.