La violencia deja huellas que no siempre son visibles, pero siempre son dolorosas y marcan profundamente a quienes la padecen.

Como cada 25 de noviembre, en memoria del asesinato de las activistas dominicanas, las hermanas Mirabal en 1960 por órdenes del entonces presidente Rafael Leónidas Trujillo se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de La Violencia Contra Las Mujeres, para hacer conciencia sobre las condiciones de violencia en las que viven muchas mujeres y éste año con la campaña ÚNETE de aquí al 2030 para poner fin a la violencia contra las mujeres, el Secretario General de las Naciones Unidas, inicia los 16 días de activismo contra la violencia de género que culminan el día de los derechos humanos, haciendo un llamado a sociedades y gobiernos, para atender la creciente violencia hacia las mujeres, como una consecuencia más de la pandemia que estamos viviendo.

Sabemos que el máximo grado de violencia contra la mujer, se manifiesta en el creciente número de feminicidios, pero lo cierto es que también se ha multiplicado la violencia doméstica y es importante hacer consciencia de lo que significa convivir con el agresor y estar inmersa en el llamado ciclo de la violencia. Hace algunos años tuve la oportunidad de estar al frente de un programa de prevención de violencia de género en una asociación civil en el estado de Guanajuato, que contaba tanto con una línea de ayuda, como con un albergue para víctimas de violencia y puedo decir que no alcanzamos a imaginar la angustia y el miedo que puede expresar una mujer violentada, del otro lado de la línea y lo que implica tomar la decisión de acudir a un albergue cuando se ha vivido constantemente la agresión, el perdón, la promesa de cambio, la luna de miel y la agresión nuevamente.

Se suelen recibir varias llamadas en crisis, donde la desesperación mueve a buscar una solución pero es muy complicado que les den seguimiento, pues a pesar de saber que el perdón y la promesa han ocurrido tantas veces antes de una nueva agresión, una parte de ellas quiere creer que ésta vez será verdad y se debe tener paciencia, aún cuando sabes que volverá a llamar. Los mecanismos emocionales implicados en la vivencia de la violencia, son tan complejos que necesitaríamos un espacio exclusivo para eso, pero una especialista en el tema me dijo que las mujeres piden ayuda una media de 7 veces antes de separarse definitivamente y es por eso que muchas mujeres regresan con su agresor aún después de haber estado en albergues y requieren tiempo para tomar acciones definitivas.

En el albergue se les pedía denunciar para poder tener un antecedente y a pesar del acompañamiento emocional y legal, muchas mujeres no se atrevían a hacerlo porque no es sencillo pensar en la reacción del agresor cuando se entere. Éste miedo nos obligaba a tener que ir a buscarlas a sus casas, junto con sus hijos y llevarlas a un lugar seguro donde se les brindaba atención, pero sobre todo se les daba tranquilidad de que no las iba a poder encontrar y se les brindaba un lugar donde los niños podían ser niños y jugar sin desatar el enojo del padre que se valía de cualquier pretexto para agredirlos. Se les veía cambiar el semblante y con el paso de los días, podíamos darnos cuenta si sería una de las veces que regresarían a su casa, a lado del agresor y los veríamos nuevamente en otro momento, o sería la definitiva, donde aceptaría la fase de reeducación y no sólo se separaría definitivamente, sino que replantearía toda su vida y al salir del albergue, ya lo haría con apoyo de quienes siempre lo ofrecieron y sabíamos que si volvíamos a verlas, sería tan solo para saludar cuando pasaran por ahí o para llevar a alguien que requería ayuda.

La violencia deja huellas que no siempre son visibles, pero siempre son dolorosas y marcan profundamente a quienes la padecen. Tratemos de ser más compresivos con quienes están dentro del ciclo de la violencia y entendamos que si no se separan de una vez, no es porque no quieran, sino porque les han comido la confianza en sí mismas y las han responsabilizado de lo que sufren hasta el punto que lo han creído. Entendamos de una vez por todas, que la violencia es responsabilidad de quien la ejerce y seamos empáticos con quienes la sufren.

Espero que lo anterior les haya sido de interés y recuerden que durante los 16 días de activismo, pueden participar en la convocatoria de la ONU, a través de las etiquetas #orangetheworld, #16Days y #GenerationEquality para iniciar su propia conversación sobre la violencia de género.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

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