Principalmente se vuelve un reto cuando hay niños pequeños que ven alterada su rutina y pueden volverse muy demandantes de atención.

Sin lugar a dudas, la presencia del Coronavirus nos ha puesto a prueba en muchos sentidos, como humanos, como sociedad, pero también en lo familiar, pues el aislamiento puede estar recrudeciendo los problemas de convivencia preexistentes. No es lo mismo tener una rutina variada, salir, convivir con otras personas y tener espacios personales como la escuela o el trabajo, que estar todo el día en casa. Es por eso, que la convivencia aunada al aislamiento obligado, se puede tornar complicada aún en dinámicas que suelen ser funcionales.

Se ha comprobado que los espacios físicos pueden impactar en el desarrollo de la violencia, pues aumenta la ansiedad en espacios pequeños o muy saturados y en condiciones de aislamiento, aumenta porque no tenemos referentes de situaciones así, ni mecanismos para afrontarlo de manera personal y porque no estamos acostumbrados a la convivencia tan limitada con nuestro círculo más cercano y es posible que tanta cercanía pueda detonar problemas en las familias, pues la rutina cambia completamente y por sí solo, es estresante. A eso se suma la adaptación de los espacios físicos para cumplir con el trabajo en casa o las clases en línea, que no siempre son sencillos de encontrar y pueden promover la distracción o el aplazamiento de las tareas hasta altas horas de la noche, lo que va a provocar que el impacto sea mayor, al alterar la higiene de sueño.

Principalmente se vuelve un reto cuando hay niños pequeños que ven alterada su rutina y pueden volverse muy demandantes de atención, impactando en las actividades que como familia deben cumplir, además de que al aburrirse pueden portarse irritables. Eso sumado, al estrés resultante de una situación tan incierta como lo es la pandemia que estamos viviendo puede acarrear problemas que incluso pueden terminar en violencia, es por ello que debemos estar muy conscientes de todo esto, para implementar estrategias que nos ayuden a sobrellevar de la mejor manera la situación.

Algunos consejos que nos pueden ayudar son:

  • Establecer una rutina como familia, que incluya las actividades de cada miembro, así como espacios de distracción en conjunto y de manera individual.
  • Establecer horarios fijos de comidas y de dormir.
  • Establecer lugares de estudio y/o trabajo, lo más adecuados posibles para evitar distraernos con tanta facilidad.
  • Si decidimos hacer limpieza a fondo, no intentemos aplicar el método de Marie Kondo en toda la casa el mismo día, es mejor seccionar el trabajo para no frustrarnos.
  • Si hay niños pequeños en casa, es recomendable incluirlos en la rutina de limpieza de la casa, para que no se sientan excluidos y demanden más atención. Es muy útil aprovechar las actuales circunstancias para dotarlos de otro tipo de aprendizaje, como el cuidado del jardín, de las mascotas o ayudar en la preparación de la comida.
  • Si sentimos estrés, debemos saber que es normal y debemos buscar mecanismos que nos ayuden, como la meditación, escuchar música relajante o hacer alguna rutina de ejercicio en casa.
  • No caer en la tentación de llenar el tiempo con el uso y abuso de las pantallas o dispositivos móviles, sobre todo en los niños.
  • Gestionar conflictos, pues los habrá. Siendo lo más recomendable es hablarlo cuando estén todos en tranquilidad.
  • Conviene escribir lo que sentimos, para desahogarnos antes de hablarlo con la familia o la pareja.
  • Se entiende que es un momento muy complicado y que no todos tenemos la oportunidad de quedarnos en casa, pero si es su caso, seamos conscientes de que puede ser una oportunidad de estrechar lazos con nuestros seres queridos. Si no es posible el aislamiento como tal, intentemos en la medida de lo posible, quedarnos en casa cuando las circunstancias lo permitan. Recordemos que el cuidar de nosotros, es cuidar de todos.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.