María Gabriela Fortis Velasco

Estamos a punto de terminar este 2022 que trajo como cada año, muchas experiencias para cada uno y es normal que al acercarse, no sólo se hable de rituales para despedir o recibir el año, sino también de los famosos “propósitos” que al ser llamados así, están destinados al fracaso pues los interpretamos como algo que nos propondremos, pero no necesariamente lograremos, por lo que referirnos a “metas” puede funcionar mejor para nuestra mente.

A pesar de la atmósfera festiva, no siempre se vive desde la alegría el final de un año, pues como cada final de ciclo, nos enfrenta a una retrospectiva de lo vivido  y por ello, es normal sentir nostalgia e incluso un poco de angustia pero no es más que la perspectiva de un ciclo nuevo que se interpreta como la oportunidad de lograr todo lo que no hemos podido, lo cual puede resultar realmente muy abrumador, eso por ello que los famosísimos propósitos  se abandonan en los primeros meses, causando un círculo vicioso de culpa que se repite cada año, pero para que sea diferente, es importante considerar algunos puntos:

  • Metas concretas: es mucho más sencillo para nuestra mente alcanzar una meta que logra visualizar, que una que resulte tan abstracta como “bajar de peso”. Es mejor establecer una meta concreta (y realista de lo que queremos lograr).
  • Metas graduales:  no podemos llegar a ellas de un solo paso y si no somos capaces de ver los pasos a dar, es más probable que nos frustremos y las abandonemos.
  • Mediar las metas: sucede a menudo que el cómo visualizamos las metas y las formas de trabajarlas, dista un poco en la realidad pero no quiere decir que no podamos lograrlas. Por ejemplo, podemos visualizar que salimos a correr todos los días y quizás empecemos a hacerlo, pero si no aprendemos a mediar, en cuanto no podamos hacerlo de esa manera, será más factible abandonarlo, que ajustarlo quizás a 2 o 3 días a la semana.
  • Establecer metas realistas: debemos partir de nuestra realidad y no del escenario ideal para lograrlas. Por ejemplo,  no puedo ponerme como meta correr un maratón si no tengo la práctica de correr, por tanto sería más realista, empezar a correr y en base a mi avance, puedo ir ajustando la meta conforme vaya logrando mejoras, pero no será un motivo de frustración.
  • No establecer tiempos para lograrlo: el establecernos un plazo puede resultar abrumador y frustrante si no logramos el avance deseado y dejaremos de valorar nuestro esfuerzo. Es mejor marcar metas más cortas e irlas ajustando en razón del tiempo.
  • Ser flexibles: el yo que elaborará las metas, no será el mismo que las cumpla, así que hay que ser flexibles por si necesitamos cambiarlas o ajustarlas en el camino, si nuestra realidad cambia con el tiempo.
  • No hay metas pequeñas: los grandes cambios se hacen poco a poco, por lo que no debemos temer enumerar metas pequeñas que puedan representar una mejora e nuestra calidad de vida.
  • No es necesario empezar el 1 de enero: aunque se sienta como una libreta nueva, lo cierto es que podemos empezar desde ahora con cambios escalonados para no sentirnos abrumados el 1 de enero que seguramente haremos muy poco, pues nos sentiremos cansados y además éste año es domingo, con la carga emocional que de por sí trae iniciar una nueva semana, intentaremos empezar nuevos hábitos, metas y cambios en pleno lunes. Recomiendo iniciar desde ahora con más calma. (Funcionan igual)
  • No es necesario que sean nuevas metas: podemos tan solo dar seguimiento a las que ya iniciamos este año, que ha resultado beneficiosas.
  • Reconozcamos nuestro esfuerzo para hacer también un recuento de los recursos con los que contamos para lograr las metas que nos estamos estableciendo.

Toda meta tan sólo nos muestra una dirección, pero no es el destino final y no está mal que nos permitamos ajustarla, cambiarla o incluso abandonarla si no suma a nuestro bienestar. Lo más importante del ciclo que termina, es valorar todo lo que hemos aprendido, cuánto hemos crecido y quedarnos con una imagen real de lo vivido: ni idealizar ni satanizar lo que vivimos, pues todo puede ser aprendizaje muy valioso si así decidimos verlo.

Desde aquí les deseamos lo mejor para este año que inicia y nuestra empatía para quienes se enfrentan a este nuevo año con sillas vacías,  con enfermedades o con retos que parecen insalvables, pero paso a paso verá que sí y que sus seres queridos desde sus corazones, les seguirán dando fuerza para continuar.

Espero que les haya sido de utilidad y nos gustaría conocer cuáles son sus metas para 2023. Recuerden que los leemos a través de nuestras redes sociales.

¡Hasta pronto!  Nos leeremos nuevamente desde el diván.