Es momento de hablar de que los médicos son humanos  y pueden también tener problemas personales, familias disfuncionales y enfermedades mentales.

Cada primer viernes de junio, médicos de todas partes del mundo usan calcetines de colores y diseños llamativos, para hacer conciencia sobre la problemática que implica el suicidio en los profesionales de la salud, pues cada año se registran altas cifras que desafortunadamente van en aumento debido a los factores de riesgo que están asociados a su profesión.

En 2005, el Instituto Mexicano de Psiquiatría realizó un estudio sobre depresión y adicciones entre médicos residentes de Ciudad de México y el estudio reveló un alto índice de consumo de alcohol y drogas en ese sector, además mostró que cerca de la mitad de los encuestados padecían depresión. La tensión que viene asociada a la práctica médica, aunada a las largas jornadas de trabajo que según Asociación Nacional de Médicos Mexicanos, puede llegar a ser hasta de 3 o 4 días sin dormir, el abuso de sustancias para poder rendir y el acceso a medicamentos controlados, son una mala combinación.

Según datos de la Universidad del Rosario en Bogotá, la tasa de suicidio en la comunidad médica representa el doble de la tasa de la población mundial en general, debido a los niveles de estrés que manejan. Además de los factores de riesgo, se suma el que es un tema tabú, tan absurdo como el que los médicos no se enferman y pareciera que tampoco sienten, ni se deprimen y mucho menos se suicidan, pero sí. El día de crazy socks 4 docs tiene por objetivo desmitificar la figura del médico y generar conciencia de los problemas de salud mental que están asociados a su práctica como las pérdidas recurrentes, la frustración porque se les prepara para luchar contra la muerte, porque en ellos recae el dolor cuando comunican un fallecimiento o dan un diagnóstico fatal, porque cuando se trata de buscar culpables, ellos son el primer blanco y las amenazas para denunciarlos por negligentes son frecuentes.

Lo hemos repetido constantemente durante este periodo de pandemia, que son humanos, no superhéroes que están arriesgando su vida para salvar a los demás y lo hacen con miedo, cansancio e incertidumbre. Si bien es cierto que hubo un momento en que se volteó a ver su labor, se valoró su lucha contra el COVID, duró un tiempo muy breve y sólo sirvió para reforzar el mito de que son héroes.

Es momento de hablar abiertamente de que los médicos son humanos, tan diversos como en cualquier otra profesión y pueden también tener problemas personales, familias disfuncionales y enfermedades mentales. Es momento de cuestionarnos si esa frialdad con la que se muestran o esa distancia tan marcada, se debe a un mecanismo de defensa para manejar la parte emocional que al igual que todos poseen, pero que han tenido que anestesiar para lidiar con el dolor ajeno, que en muchos momentos los trastoca porque ellos también tienen madres, hijos, abuelos que en ocasiones se reflejan en sus pacientes y cuando no logran hacer lo que se espera de ellos, lo sufren y se aferran a no dejarlos morir y a pesar del esfuerzo, son culpados y amenazados por un hecho que ellos mismos seguirán reprochándose. Después de lidiar tantas veces con las mismas escenas, comienzan a protegerse y muchos optan por la frialdad exterior, aunque por dentro no puedan evitar sentir, pero en la búsqueda de anestesiar, suelen recurrir al abuso de sustancias y cuando no es suficiente para no sentir, pueden llegar al suicidio como le sucede cada año a alrededor de 300 o 400 médicos en nuestro país.

Es momento de visibilizar los riesgos a la salud mental del personal sanitario, que no sólo incluye a los médicos, enfermeras y odontólogos, sino también los médicos veterinarios que sufren pérdidas más frecuentes, con pacientes con menor esperanza de vida y cuya atención muchas veces es tardía, sin olvidar que tienen acceso a medicamentos lo suficientemente potentes para dormir a un caballo. Hagamos conciencia de que más allá de nuestra profesión, todos somos seres emocionales que intentamos actuar racionalmente y llevamos con nosotros en todo momento, nuestras circunstancias particulares, nuestras historias personales y heridas emocionales.

A pesar de que ya ha pasado el crazy socks 4 docs, no dejemos que la conciencia de éste gran problema dure sólo un día y pongámonos calcetines locos en la mente para cambiar las ideas obsoletas y caminemos hacia una sociedad más humana.

Espero que lo anterior les haya sido de interés y desde aquí, reconocemos la gran labor de todo el personal de salud y les pedimos que también luchen contra el tabú, que se permitan sentir y pedir ayuda.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván

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