El duelo es tan real, que según un estudio del departamento de ciencias animales de la Universidad de Hawai, el 30 por ciento de los dueños siente dolor seis meses o más.
El día mundial del perro, celebrado el 21 de julio, trajo consigo numerosas muestras de cariño hacia nuestros amigos peludos, pero también removió heridas profundas en quienes han sufrido la pérdida de una o varias mascotas y surge entonces la duda ¿Cómo es el duelo por la pérdida de una mascota y cómo puede sobrellevarse?
Aunque para algunas personas no sea fácil de aceptar que existe un proceso de duelo cuando muere una mascota, es real y como lo señala la revista Perspectives in Psychiatric Care, la pérdida de una mascota puede afectar la salud física y mental, pues el duelo resultante en muchos sentidos, es comparable a la pérdida de un familiar.
El duelo es tan real, que según un estudio del departamento de ciencias animales de la Universidad de Hawai, el 30 por ciento de los dueños siente dolor seis meses o más, como en cualquier duelo significativo. El estudio también señala, que para el 12 por ciento de las personas que participaron, supuso un suceso muy traumático en sus vidas y que la duración e intensidad del duelo, influyó la forma de muerte de la mascota.
El duelo por la pérdida de una mascota, supone la transición por las distintas fases del duelo y conlleva las reacciones habituales de este proceso, como son: llanto fácil , tristeza, apatía, confusión, ambivalencia, pensamientos obsesivos en torno a lo sucedido, evitación y también puede llegar a desencadenar una depresión. Todo lo anterior dependerá de la personalidad de cada uno, así como su evolución en duelos previos, su grado de vinculación con la mascota y su rango de edad, pues afecta de manera diferente a niños, adultos y adultos mayores.
Lo más complicado de vivir este tipo de duelos, es quizás la falta de empatía por parte de muchas personas que no entienden el profundo vínculo que se puede construir con un animalito y minimizan la experiencia de pérdida, limitando la expresión del dolor y generando dudas en el doliente, de que pueda estar exagerando la situación. Lo anterior puede llevar a una mala elaboración de duelo, que puede desencadenar en un duelo patológico, depresión o evitación permanente de un nuevo vínculo con una mascota.
¿Qué podemos hacer cuando experimentamos la muerte de una mascota?
Antes que nada, debemos legitimar nuestro dolor y permitirnoslo sin vergüenza, la expresión del mismo. El hablar sobre lo sucedido, nos ayudará a procesarlo, así como a manejar las emociones que resultan de la forma de muerte, pues ya sea accidental o a través de la eutanasia, suele quedar un sentimiento de culpa que al repasar los hechos seremos capaces de comprender y perdonarnos.
Si existen niños en la familia, debemos hablarles con la verdad y ayudarlos a procesar lo sucedido, dependiendo siempre de su edad y la información que sean capaces de comprender. No escondamos nuestro dolor frente a ellos, pues requieren de expresarlo también y sus padres son su principal referente de cómo hacerlo. No tratemos de sustituir a la mascota con otra, pues los niños también requieren atravesar su proceso de duelo.
Puede ser de utilidad, el ayudar a algún refugio como una forma de honrar a nuestro peludo. Existen muchos refugios que requieren no solo de ayuda económica y en especie, sino también de voluntarios que paseen o promuevan sus campañas de adopción. Podemos donar a los refugios, aquellas pertenencias de nuestra mascota fallecida, pues aunque en un futuro decidamos adoptar un nuevo amigo, no es sano conservar los mismos objetos pues tienen un valor sentimental y recuerdos asociados.
Debemos darnos tiempo antes de adoptar a una nueva mascota, pues no podremos evitar compararlas y quizás no podamos generar con facilidad un nuevo vínculo afectivo por miedo al dolor, haciendo que nuestro nuestro proceso de duelo sea más duradero.
Lo más importante, es que no nos cerremos a la idea de amar nuevamente, pues es común que después del dolor de la pérdida, sintamos que no podremos pasar nuevamente por ello pero si nos sentimos así, es tan sólo porque nuestro duelo aún no termina. Cuando concluya nuestro proceso, nos sentiremos nuevamente listos para amar profundamente a un animalito que no será un sustituto del amigo que perdimos, sino un nuevo amigo con el cual escribiremos una nueva historia.
Espero que lo anterior les haya sido de utilidad. Nos gustaría conocer sus experiencias al respecto, al igual que sus comentarios a través de nuestras redes sociales.
¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.