Lo más importante al reconocer que pertenecemos a una familia tóxica, es sanar de manera personal.
Cuando pensamos en la familia, normalmente se nos viene a la mente cariño, comprensión y apoyo pero no siempre es así, pues existen dinámicas familiares que llegan a ser tan complicadas, que ocasionan daños a largo plazo en sus miembros. Dichas familias son llamadas tóxicas o disfuncionales y a pesar de que pueden tener comportamientos muy diversos, tienen en común el hecho que de sus miembros no se pueden desarrollar libremente. Cabe mencionar que la disfuncionalidad, no tiene ninguna relación con la forma en que está constituida la familia, pues se refiere únicamente a su manera de interactuar.
La disfuncionalidad se caracteriza por no respetar la individualidad de los miembros de una familia y está especialmente dirigida a los hijos, que al ser los más vulnerables provoca que no puedan desarrollarse con la debida estabilidad y eso traerá consecuencias en su salud emocional a largo plazo. Algunas de las características de éste tipo de familias son:
- Afecto coercitivo. En entornos donde no se respeta la individualidad física, ideológica o emocional, se termina generando una gran necesidad aprobación para seguir formando parte de los “buenos” que son los otros miembros de la familia y a cambio se obtiene, una unión aparente pero que de fondo, se asume como obligación y se mantiene a través de la culpa.
- Extremos en atención. Cuando se trata de generar vínculos, se suelen basar en extremos poco saludables de atención, pues van de la sobreprotección al abandono emocional, generando inseguridad en quienes se desarrollan en dichos ambientes.
- Evitación de conflictos: En entornos disfuncionales, aparentemente no hay conflictos (lo cual está de más, decir que no es posible) pero sólo es debido a que no se hablan y por tanto, no se resuelven. Esto es resultado de la incapacidad que tienen para comunicarse, pues hace que se perciba como una amenaza la tensión generada por un conflicto y por eso se calla pero se va acumulando internamente, hasta que lleva tarde o temprano a una gran explosión que puede derivar incluso en una fractura familiar.
- Límites difusos: En éste tipo de familias, los límites se manifiestan o de manera muy rígida a través de juicios severos o tan difusos que incluso pueden llegar a la ausencia de los mismos. Estas fluctuaciones provocan dificultad para autorregularse emocionalmente, repitiendo la rigidez o la excesiva flexibilidad consigo mismo.
- Dramatismo: Estas familias que buscan controlar a sus miembros emocionalmente, recurren frecuentemente a la exageración o a la manipulación presentes en el drama para mantener la “unidad”, sobre todo cuando alguno de los miembros confronta alguna de las creencias del sistema familiar.
Cómo podemos ver, las familias disfuncionales son sistemas cerrados, que se basan en el control y la pérdida de individualidad, por lo que resulta indispensable aprender a identificar y lidiar con éste tipo de dinámicas para romper con el patrón. ¿Cómo podemos lidiar con una familia tóxica?
- Poniendo límites, para no depender de su aprobación.
- No intentando cambiarlos, pues no todos estarán dispuestos a hacerlo y siempre será su decisión.
- Poniendo distancia, para ver con más claridad las cosas.
- No participando del drama, pues normalizaremos la manipulación y el chantaje.
- Expresando las emociones, con apoyos externos que no las juzguen como buenas o malas.
- Aprendiendo a resolver conflictos, pues ya sea que la familia lo permita o no, al menos las demás relaciones estarán basadas en la eficacia para buscar soluciones y el bienestar será real.
- No juzgando como “bueno” o “malo” lo que sucede, piensan o sienten los demás, pues lo sentiremos personal.
Lo más importante al reconocer que pertenecemos a una familia tóxica, es sanar de manera personal para poder apreciar lo que genuinamente pueden brindarnos, sin sentirnos decepcionados por esperar más. Recorremos que estos sistemas son aprendidos y probablemente tengan mucho tiempo en la familia, por lo que no son sencillos de cambiar pero con trabajo personal, podemos relacionarnos de manera más sana e ir generando alternativas de comportamiento para las futuras generaciones.
Espero que lo anterior les haya sido de utilidad y recuerden que esperamos con mucho gusto, sus comentarios y sugerencias a través de nuestras redes sociales.
¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.