La resiliencia no es innata porque implica la adaptación de nuestros recursos psicológicos a partir de una crisis. 

Últimamente he escuchado historias de duras pruebas que han tenido que atravesar varias personas a lo largo del año y he podido observar una gama de comportamientos distintos al respecto y no puedo dejar de pensar cuán importante resulta sobreponernos en un momento como éste en el que la humanidad entera, se encuentra enfrentando la mayor crisis que hayamos experimentado quienes estamos con vida, una crisis que ha supuesto una nueva forma de funcionar y ha dejado a su paso, infinidad de pérdidas. Desde el principio de la pandemia, la adversidad tuvo el rostro de incertidumbre, luego de pérdidas de seres queridos, de empleo, de estilo de vida, de libertad e incluso de la tranquilidad que nos ha sido arrebatada hasta de los actos más sencillos como reunirnos con otras personas y todas estas adaptaciones han supuesto un gran reto para todos pero ¿por qué hay personas que ha podido lidiar de manera más efectiva con la adversidad? Porque son personas resilientes.

La resiliencia es la capacidad de asumir con flexibilidad, situaciones límites y sobreponerse a ellas, saliendo fortalecidos. Suena un poco difícil pero seguramente podemos traer a nuestra mente un momento de nuestras vidas en el que nos hayamos enfrentado a una crisis, con nada más que nuestros recursos emocionales y ante la que nos hayamos planteado tan sólo dos escenarios: darnos por vencidos o sobreponernos y con mayor o menor dificultad, hemos optado por lo segundo. Quizás al voltear a ver dicho acontecimiento, ni siquiera ubiquemos claramente el momento en que decidimos hacerlo, pero lo cierto es que estamos aquí más fortalecidos que antes, más resilientes.

La resiliencia no es innata porque implica la adaptación de nuestros recursos psicológicos a partir de una crisis, por lo que requerimos de desarrollarla y por ello, tras cada crisis, nos vamos fortaleciendo porque nos hacemos más conscientes de nuestros recursos y aprendemos a confiar en ellos. Las personas resilientes, a menudo han tenido modelos cercanos de quienes aprendieron a buscar soluciones creativas para enfrentar la adversidad, pero no es la única forma de aprender a serlo.

¿Cómo podemos ser más resilientes?

  • Aprendiendo a ver las cosas de la dimensión que realmente tienen, para poder evaluar si contamos con los recursos necesarios para enfrentar la situación o requerimos de pedir ayuda, sin sentirnos culpables por ello.
  • No tratando de controlarlo todo, sino controlarnos a nosotros mismos para centrarnos en nuestras capacidades para enfrentar las situaciones desde la incertidumbre y no tratando de controlar todo a nuestro alrededor para evitar las crisis.
  • Situándonos en una perspectiva realista de las cosas pero con una actitud abierta y flexible, para ser capaces de encontrar otros caminos que no teníamos contemplados al inicio de la crisis.
  • Permaneciendo en el presente, que es donde podemos actuar y desde donde nos enfrentamos a las situaciones difíciles. No nos sirve agobiarnos por las cosas que ya pasaron o preocuparnos por aquellas que quizás no sucedan, es mejor concentrar nuestras energías en buscar alternativas para manejar lo que estamos viviendo.
  • No perdiendo de vista que toda crisis supone crecimiento y que en la medida que nos concentremos en entenderlo, nos daremos cuenta de que se trata tan sólo de un mal momento, pero que pasará y nos habrá dejado entonces, un aprendizaje.
  • No perdiendo de vista lo positivo que poseemos, pues es común que ante una situación negativa, nos olvidemos de todo lo que funciona bien en nuestra vida y perdamos la perspectiva. El poder recordarlo, nos ayuda a mantener una visión más positiva de lo que nos sucede.
  • En definitiva, estamos en un momento que requiere de todos nuestros recursos disponibles para afrontarlo y aunque sintamos ganas de rendirnos, recordemos que llegamos hasta aquí y eso demuestra lo fuertes que podemos ser. Reconozcamos todos los recursos que seguramente hemos desarrollado en estos meses y no bajemos la guardia, pues aún nos quedan muchas lecciones por aprender y si nos sentimos desfallecer, no dudemos en pedir ayuda pues si algo tiene que dejarnos esta pandemia, es empatía.

Espero que lo anterior les haya sido de utilidad y recuerden que esperamos sus comentarios a través de nuestras redes sociales.

¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *