Las administraciones que transcurrieron este año que concluye, especialmente, la de Guillermo Pacheco Pulido, nadaron de muertito.
No sé si lo has notado, pero de un tiempo para acá, las pláticas de sobremesa con amigos o familia tienden a desviarse –casi invariablemente– a un solo tema: lo mal que está la seguridad en Puebla, el temor que tenemos de ser víctimas de la delincuencia y si hacemos algo (o no) para evitarlo.
Tan sólo en los últimos meses, oímos constantemente de robos a tiendas y restaurantes; de asaltos a mano armada si no es que en comandos, a lugares que jamás habríamos pensado antes, como los templos; de atracos en el transporte público y ya no hablemos de embolsados o balaceras.
La situación se vuelve más preocupante cuando aparecen cifras como la del estudio “¿Quién es quién? En Seguridad”, donde además de la propia incidencia delictiva, los poblanos descubrimos que a septiembre de este año, Puebla está a años luz de lograr la cantidad de policías que requiere para tener el mínimo recomendado por estándares internacionales para cuidar a la gente.
También cuando nos damos cuenta que tres cuartas partes de la policía no tiene una certificación que acredite su control de confianza, su competencia policial y otros aspectos básicos, que aminoran que se cometan errores a la hora de implementar operativos o atender emergencias. Las preguntas que surgen al respecto son ¿Dónde estuvieron las autoridades, los gobernadores, en la mayor parte del 2019? Porque en menos de un año, tuvimos cuatro diferentes: Martha Erika Alonso, que estuvo 10 días en el cargo y en temporada navideña, para luego morir trágicamente en un helicopterazo.
Jesús Rodríguez Almeida, que fungió como encargado de despacho alrededor de un mes Guillermo Pacheco Pulido, que fue el gobernador interino por más de siete meses Luis Miguel Barbosa Huerta, que recién cumplió cuatro meses en el encargo Y me gustaría centrarme mucho más por un minuto en la figura de Pacheco Pulido, porque fue quien prácticamente ejerció el presupuesto del año.
Todos los demás, tuvieron muy poco margen de maniobra, ya fuera por el tiempo o por las circunstancias. Sí, su administración tenía que darle estabilidad política al estado; pero un tema como la seguridad no podía ni debía descuidarse.
Él, a través de las áreas que tocaban, podía tramitar certificaciones y podía hacer las gestiones para aumentar el número de policías, pero decidió nadar de muertito y tratar de “contener” el problema, priorizando la política. Guillermo Pacheco Pulido le heredó a Miguel Barbosa condiciones muy desmejoradas que se reflejaron en cosas como más de 80 intentos de linchamiento, más de 1 millón de llamadas de emergencia al 911 o más de siete mil mujeres pidiendo ayuda por casos de violencia, sólo en cuatro meses. El reto es enorme para el gobierno de Luis Miguel Barbosa en 2020.
Mejorar las condiciones seguridad pública no será nada sencillo. Ayer mismo, ante ello, el propio gobernador anunció el pacto por la paz en Puebla. ¿En qué consiste? No lo sabemos aún, pero es indudable que se trata de un asunto urgente, donde las fuerzas políticas y los alcaldes no pueden regatear; donde si hay que hacer ajustes de estrategia y/o personal, se tendrá que dar un paso al frente.
Puebla ya no puede soportar mucho más y en 2020, habrá un presupuesto renovado, que ahora sí puede ser aprovechado donde se requiere y únicamente la Secretaría de Seguridad Pública tendrá más de cuatro mil millones de pesos. El apunte Ayer, Donald Trump se convirtió en el tercer presidente de Estados Unidos en ser sometido a un juicio político.
La decisión y el anuncio del “Impeachment Day” se hizo en el marco del Día Internacional del Migrante, contra un presidente que, desde su campaña, se lanzó con toda su fuerza contra los migrantes. Ya lo dijo el antiguo: “Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará”. Hasta la próxima.