A finales de septiembre pasado, la mexicana Alexa Moreno fue equiparada a su homóloga rumana, Nadia Comaneci, por parte del Comité Olímpico Internacional. Cinco días más tarde, Alexa consiguió el pase a sus terceros Juegos Olímpicos, los de París 2024. Lejos se ven ahora aquel 2016, cuando a pesar de su sobresaliente ejecución en la justa de Río de Janeiro, miles de mexicanos atacaron a la originaria de Mexicali en redes sociales.
La atleta fue burlada en el mundo virtual por sus compatriotas, porque su aspecto físico no se ajustaba a los estándares de belleza patriarcales de una gimnasta: ser rubia y delgada. Menospreciaron su desempeño en esas olimpiadas y, de nuevo, años más tarde, en Tokyo 2020.
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En Río, el caso de Alexa no fue el único. El etíope Robel Kiros Habte fue abucheado, supuestamente por tener sobrepeso, mientras nadaba en la pileta olímpica. Él quería mostrar al mundo que los etíopes no solo saben competir en carreras.
Las mujeres y, en general, las personas que no cumplimos con ciertos estándares de belleza occidental, que son los predominantes, siempre hemos vivido bajo la sombra de esos moldes en los que nuestros cuerpos, nuestros rostros o nuestros colores de piel deben caber para ser aceptados por la mayoría.
Me cuenta una amiga, originaria de la República Popular China, el enorme estrés que viven las mujeres de su país por mantenerse delgadas y vestirse a la moda para ser reconocidas socialmente. Quizá por eso este país tenía ya en 2015 una media de 10.02 suicidios por cada cien mil habitantes, mayor a la media mundial, que era 9.49.
La sociedad machista fiscaliza los cuerpos de las mujeres en todos los campos y, obviamente, también en la arena de lo público. Existen normas muy claras sobre cómo debe ser un cuerpo si quiere ser mostrado y aceptado, modelos que se han difundido por décadas a través de los medios de comunicación.
En el caso de las personas deportistas, esa serie de requisitos estéticos provoca, en muchas ocasiones, que sus capacidades y logros se pasen por alto entre el público aficionado. Es el caso de Alexa Moreno.
No se dan cuenta de que la presión y las críticas excesivas sobre los cuerpos, no solo para las competidoras de gimnasia artística, da lugar a problemas relacionados con la alimentación y la salud mental, porque tener un cuerpo delgado y ciertos rasgos físicos pareciera más importante que practicar la disciplina.
De ahí que los términos body shaming (“humillación corporal”) y “gordofobia” se evidencien cada vez más, porque es imperativo dar a conocer las consecuencias que derivan de estos, ya que las celebridades e influencers son los modelos a seguir de miles de nosotras.
La cuestión no es si una mujer (sea quien sea) está gorda o delgada, sino por qué es admisible y habitual comentar públicamente sobre esto: su cuerpo. Es muy común escuchar elogios cuando alguien baja de peso; sin embargo, en realidad deberíamos celebrar su salud y no su apariencia física.
No hay una manera correcta de tener un cuerpo. Todos los cuerpos pueden ser percibidos como bellos, ya que la belleza está en la mente y en los ojos de quien mira. No hace falta su opinión al respecto, especialmente si nadie la ha pedido.
Por eso la revolución feminista consiste hoy en aceptarte, quererte y mostrarte tal como eres y no entrar en el juego patriarcal de criticar y juzgar a las mujeres o a las personas en general.
Las agresiones que sufrió Alexa Moreno se dan en un contexto social en el que la discriminación por el aspecto físico de las personas sigue aún muy arraigada; en un país que sigue asesinado a sus mujeres.
Por eso, su experiencia va más allá de sus medallas y logros deportivos; es un testimonio de resiliencia y determinación, que inspira a personas de todo el mundo a seguir sus sueños, a pesar de las adversidades y las críticas.
Su historia nos recuerda que el talento y la pasión pueden triunfar sobre la negatividad, y que el verdadero valor reside en el esfuerzo y la perseverancia.
A mí me gustaría que haya más Alexas en todo México: que sean exitosas competidoras y que se vean así de hermosas y fuertes. Como ella misma lo dijo, tras los ataques que sufrió en redes sociales después de las Olimpiadas de Río: “Soy mexicana y luzco como mexicana. No pueden esperar ver a una rubia”.
¡Insurrectas en pie de lucha! Si tocan a una, respondemos todas.
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Foto: Mexsport