El origen del maltrato animal —someterlos a condiciones extremas que los llevan a la muerte— está en una psicopatía o sociopatía de la persona que lo lleva a cabo. Por ello, cuando a María Consuelo se le sorprendió consumiendo y vendiendo carne de perro en la ciudad de Puebla, en 2019, se le tuvo que haber retirado la patria potestad de sus dos hijos varones.
María Consuelo —hoy de 46 años de edad— pudo matar, descuartizar y cocinar perros delante de sus hijos o hasta con su ayuda, y además vendió tacos con esa carne afuera de una iglesia. Es evidente que carece de conexión emocional con los demás seres vivos y, por lo tanto, que estaba imposibilitada para la crianza.
Tras su reaprehensión el pasado 18 de abril, en la colonia Popular Coatepec, las autoridades poblanas deberán explicar dónde están sus hijos, quienes el 20 de septiembre de 2019, cuando por primera vez fue detenida en la colonia Bosques de San Sebastián, tenían 10 y 17 años —el mayor en condición de paraplejia—.
Ese día, las autoridades la rescataron de la muchedumbre que quería lincharla cuando descubrieron que en su departamento tenía 30 perros hacinados, además de palomas, gatos y conejos en jaulas; canes muertos en el refrigerador y a los dos menores de edad en condiciones de maltrato y desnutrición.
En ese momento de 2019, los menores de edad fueron entregados al DIF estatal. Sin embargo, María Consuelo los recuperó, a pesar de que sus apellidos no concordaban con los de ellos, debido a que solo se le acusó de abandono de persona y maltrato animal, delitos que en ese momento no ameritaban prisión preventiva.
De acuerdo con los vecinos de Bosques de San Sebastián, en 2019, el hijo menor de la mujer le ayudaba a robarse los perros de los vecinos y en inicio pedía recompensa, pero después empezó a matarlos y a prepararlos como alimentos.
Casi cinco años después y gracias a la Ley de Bienestar Animal del Estado de Puebla, que sanciona con cárcel todo acto intencional de violencia que produzca daño, sufrimiento, lesiones o la muerte de un animal, María Consuelo fue detenida nuevamente.
Falta saber si esta mujer continuó en el sur de la ciudad con la práctica de matar perros y preparar carne enchilada para consumo humano, como lo hizo entre 2018 y 2019, cuando vivió en el norte de la ciudad.
Además, la opinión pública debe conocer dónde están sus hijos, quienes ahora tienen 14 y 21 años de edad y que vivieron una historia de horror junto con los animales que fueron descuartizados ante sus ojos y que tuvieron que comerse.
¿Por qué interesa saber esto?
Porque, seguramente, María Consuelo vivió también un infierno a temprana edad y eso la llevó a cometer estos crímenes contra animales y en contra de sus propios hijos. Por ello es necesario que estos últimos tengan una adecuada atención psicológica, brindada por las autoridades mediante los programas de atención a víctimas del delito.
Idealmente, los nombres y paraderos de estos hombres deberían ser incluidos en padrones nacionales que dieran seguimiento a su crecimiento personal y su lugar de residencia, como una medida de prevención para no repetir la historia.
Se sabe que quienes no se recuperan de estas experiencias terminan cometiendo crímenes iguales o peores a los de sus padres o madres, sorprendiendo al mundo entero. Basta recordar al feminicida de Iztacalco.
Insurrectas en pie de lucha. ¡Si tocan a una respondemos todas!
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