Estaba prevista desde 2018, pero no con tanta severidad.


La expectativa se vislumbró en la cumbre Davos Suiza, que se llevó a cabo del 23 al 26 de enero del 2018, ahí se habló de la algunas de las razones que conducirían a una crisis en 2020

Los puntos calves que se consideraron fueron, entre otros:

– Las fracturas geopolíticas que han propiciado una constante incertidumbre en el mundo de los negocios.
– El retroceso estadounidense en políticas medioambientales.
– Aumento de la inflación en las economías importantes.
– La restricción de los flujos de tecnología e inversiones desde y hacia EE.UU. que afectará a las cadenas de suministro.
– La ‘guerra comercial’ que puso en marcha el gobierno de Donald Trump, la cual confrontó a Europa, China, México y Canadá.

Lo que se previó en aquel 2018 en el Foro de Davos

Se puso en la mira a Donald Trump. Para 2020, año electoral, por lo que se consideró que el presidente pretendiera «fabricar» una crisis de política exterior, aunado a los límites a la inmigración que se necesitan para mantener un crecimiento acorde con la población estadounidense envejecida.

De igual forma se comentó, en aquella asamblea, que el problema también vendrá de países donde los movimientos populistas han ido ganando peso y no existiría consenso para ejecutar un rescate al sector financiero.

Desde aquella asamblea del 2018 a la que me refiero anteriormente, solo resta añadir la observación que ahí se hizo: “A diferencia de 2008, cuando los gobiernos contaban con capacidad para evitar un «derrumbe descontrolado» a la hora de enfrentar la próxima desaceleración las autoridades tendrán no solo las «manos atadas», sino un endeudamiento general más alto al de la crisis superior. «

Cuando se produzca la siguiente crisis y recesión, puede ser incluso más grave y prolongada que la anterior» (Hasta aquí los datos de la asamblea de Davos Suiza 2018).

En México la peor crisis económica, apenas comienza

Ya estamos en julio 2020 y se sienten los efectos de los pronósticos de aquella asamblea del 2018, solo que “corregida y aumentada”, pues hay que añadirle precisamente los estragos de la pandemia que vivimos y la falta de un modelo económico amplio e integral.

La búsqueda infructuosa de lograr la “igualdad” entre los mexicanos, podría ser un lastre que pegaría precisamente a los mexicanos más pobres, todo esto por los estragos en la economía que ha dejado el covid-19.

El desolador panorama se debe a lo siguiente:

– Más de 12 millones de mexicanos han perdido su empleo a raíz de la crisis derivada de la pandemia.

La cifra anterior según el indicativo que reportó el INEGI en Junio pasado, independientemente de que sean empleos de trabajadores inscritos o no en el Seguro social, toda vez que no hay un mapa preciso de la informalidad en México.

Lo peor viene en el segundo semestre de éste complicado año:

– En riesgo de cerrar 500,000 empresas en México por COVID-19, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) – Sectores: manufacturero, comercio, mueblerías, confección, automotriz, espectáculos y turismo.

– El cierre de éstas implica eliminar 8.5 millones de empleos formales.

– Como dato global adicional le menciono que, la Organización Internacional del Trabajo ​ (OIT) prevé pérdida de hasta 895 millones de empleos en 2020, a nivel mundial.

Lo mejor es que, la unión entre sector público y privado con el apoyo de la sociedad, sea una realidad, es decir no solo de dicho sino de hecho, porque de lo contrario la polarización será el detonador para que la crisis, ya de por sí prevista y confirmada, sea devastadora.

Ojalá no se llegue a eso porque lo que se vislumbra es una escasez de recursos, carestía y desempleo, que bien podría afrontarse –reitero- con la acción de la sociedad y todos, pero todos sus elementos.

¿No cree Usted?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *