La paternidad, para muchos de nosotros es la experiencia más perturbadora, desempoderante, aplastante, desoladora, «desamorada»… desmoronada. 

El domingo tocó al padre, y una que es siempre renegosa y tan ajena a estos ambientes comercialmente «festejosos», no faltó a su hábito de poner un «pero» donde las palabras ya se habían acomodado. Sí, ya saben, es mi deporte favorito.

Y es que eso del «padre» tiene hilo para tanto, pero del colador, por el que pasan todas las formas, colores, sabores y tamaños de «padres», me quedé con eso de abrazar y homenajear aquellas paternidades responsables, las no ausentes, las afectivas, las presentes, las no distantes, las que ejercen y no sólo pintan.

Esas que representan, las que asumen ese ejercicio como suyo y no sólo como «un apoyo» o de dos días a la semana.

No sólo aquellas que participan con su lana por aquello de socegar su remordimiento o cumplir con una obligación por ley.

Esas paternidades elegidas, desde la conciencia, pero sobre todo desde la acción. Si eres de los que siguen pensando que «porque sí ayudas en casa», aventajaste en la equidad, chavo, no le entendiste nada.

Y es que simuladores hay también por todos lados usurpando un día como hoy el lugar del festejado.

Recorrer la tipología paterna supone un enorme riesgo. Pero no se pongan susceptibles. La diversidad de formas en las que en México y en otros países de Latinoamérica se ejerce, se impone, se huye o se disfruta de la paternidad, nos ayuda a entender que hay un montón de formas de ejercerla.

Alguien me dijo hoy, ¿pero qué tú no tuviste un padre o por qué no estás celebrando?.

Respondí que sí, sí tengo uno al que amo y del que rescato un montón de cosas bien chidas.

No, no lo romantice en el face porque mi padre ni al whatsapp le entiende, mucho menos le llega a esto del face.

Abunde en esa tertulia, que además de tener un padre, ubico a mi alrededor un bufett de paternidades. La mayoría de ellas, muy descompuestas. Así la hegemonía del patriarcado.

Así como para algunos la «paternidad» es un sueño cumplido, hay hombres a quienes la palabra les ha quedado muy grande, ni se diga de la acción.

Todas las estadísticas constatan que la implicación de los padres en los trabajos reproductivos y de cuidados sigue siendo dolorosamente desigual. Injusto.

Las mujeres en México trabajan 13 horas más a la semana que los hombres, por ejemplo.

En un hogar mexicano promedio, en el que hombre y mujer tienen un empleo remunerado, la mujer termina trabajando 13 horas más a la semana que el hombre pues además de su jornada laboral dedica más horas a las labores domésticas, de acuerdo con un estudio de El Colegio de México (Colmex).

Y aunque la tendencia hacia posturas y prácticas más igualitarias ha ido en espaciado aumento en las últimas décadas, es especialmente visible que falta mucho por hacer para pasar del dicho al hecho.

Hoy, por ejemplo, leí que según cifras dadas a conocer por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), todos los días se registran aproximadamente unos 55 nacimientos de bebés sin un padre reconocido.

“Los mayores porcentajes están en aquellas más jóvenes, en el caso de las menores de 15 años, por ejemplo, representan 36 % del total, lo que puede reforzar la condición de vulnerabilidad en que se encuentran estas mujeres”, explicó el INE en el mismo documento.

Ven, el abandono, el deslinde, violencia, las madres criando solas, «luchonas» les gusta decirles y se sienten héroes por nombrarlas, sigue siendo de lo más común.

Ya, ya sé que «tú jamás», pero y los que no son tú pero sí tus pares, tus hermanos, tus vecinos, tus amigos?.

Es por eso que el Día del Padre, más allá de la celebración, debería abrir un espacio para la reflexión, incluso en esas parrilladas y sobremesas en torno a «las cabezas de familia».

Abrir un conversatirio familiar sobre las relaciones de género que establecemos los hombres con las mujeres con las que compartimos la vida, y el compromiso con el cambio hacia actitudes y prácticas más igualitarias. O lo que es lo mismo, reivindicar, en modo igualitario, aquello que vamos a hacer los días que restan del año.

Qué sobre nuestro padre. Cómo influyó en nosotros ese papá que tuvimos , hoy «el que somos», el que se ausentó, posiblemente el que dijo y reprodujo modelos aprendidos: violencia, abuso, autoritarismo, humillación, propiedad.

La paternidad, para muchos de nosotros, pudo haber sido, quizá es, la experiencia más conmovedora, trascendente, profunda y transformadora, pero también, para otros y otras, la más perturbadora, desempoderante, aplastante, desoladora, «desamorada»… desmoronada.

laura.martinez.zepeda@gmail.com

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