ideologíaFoto: Especial

Dicho en el mejor de los sentidos, la Cuarta Transformación, que instauró en 2018 Andrés Manuel López Obrador y que ahora continuará Claudia Sheinbaum Pardo, tiene una ideología fundamentalista; no hay forma de que los custodios de esos principios negocien o flexibilicen posiciones.

Pero es precisamente esa característica la que llevó a López Obrador a construir un movimiento nacional, en el que hoy prácticamente todos los políticos quieren participar.

Hay que echar solamente una mirada al pasado contemporáneo, para entender que la suma que ha hecho desde el principio el lopezobradorismo, de cuadros de otras corrientes, ha tenido una intención estratégica, pero eso no quiere decir que los fundamentos ideológicos se hayan perdido. 

Es al contrario, la mayoría de los cuadros importantes que lo han entendido tras sumarse al movimiento, son también fundamentales para el avance de éste.

La referencia más importante para entender a López Obrador, a su movimiento y a su estrategia está en diciembre de 1997, en Zacatecas.

El tabasqueño era entonces presidente del Partido de la Revolución Democrática.

En ese entonces el PRD era un Instituto político testimonial, municipalista y con algunas posiciones legislativas. 

En Zacatecas el sectarismo del grupo de Arturo Romo, entonces gobernador saliente, y de los Borrego, caciques antiquísimos, cerraron el paso al personaje más popular de aquella época, con un arrastre social masivo y envidiable: Ricardo Monreal Ávila, a quien le negaron la candidatura a la gubernatura de ese estado. 

Andrés Manuel López Obrador supo medir los tiempos, las circunstancias y las oportunidades. 

Lo invitó al PRD y obtuvo el triunfo contundente que su partido no hubiera conseguido por sí solo. 

La estrategia luego se repitió durante el tiempo y los éxitos vinieron para el partido del Sol Azteca. 

Monreal supo leer a Andrés Manuel y, además, con convicción, se sumó a su pensamiento ideológico. Comulgó con él, lo acompañó y fue de sus principales y más leales alfiles a lo largo de su carrera, hasta que por ahí de 2021 tuvieron unas diferencias que ya han sido zanjadas. 

Pero, efectivamente Ricardo Monreal supo despojarse de sus atavismos priistas para caminar al lado del líder que no iba a flexibilizar sus posiciones ideológicas fundamentales, que hoy están concebidas en su triada de no mentir, no robar y no traicionar, o en su frase de “primero los pobres”. 

Hoy, en las gubernaturas que se ganaron en 2024, no hay un gobernador electo que haya entendido tan bien que los fundadores de la Cuarta Transformación son fundamentalistas en sus principios ideológicos, como el poblano Alejandro Armenta. 

Él ha concebido que su movimiento en Puebla tiene identidad y ADN lopezobradorista.

Ha sabido llamar a los fundadores y ha sido cuidadoso con la suma de personajes que vienen de otras corrientes. 

A la triada del no mentir, no robar y no traicionar, y a la frase fundamental del movimiento lopezobradorista de primero los pobres, Alejandro Armenta ha sumado con claridad del amor a Puebla. 

La próxima secretaria de Ciencia, Celina Peña Guzmán, fue representante de Armenta en la toma de posesión de Guadalupe Cuautle, en San Andrés Cholula.

Llamó la atención la contundencia con que se refirió al movimiento y a sus principios. 

En el último reducto panista y el más fuerte que queda en todo el estado, Celina recomendó en general a todos los alcaldes, gobernar pensando en los pobres, con honestidad y, fue muy enfática, con amor a Puebla. 

Los fundadores del movimiento son también fundamentalistas y quien se haya sumado a esta corriente lo debe entender. 

Se puede echar mano de cuadros potentes para ganar elecciones, pero también se espera que estos cuadros entiendan que hay principios que no se negocian. 

A veces ser fundamentalista es una enorme cualidad.

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