La principal falla de los partidos de oposición al lopezobradorismo ha sido su incapacidad de mover y convocar al voto que, además de ser la mayoría aritmética electoral, se siente atendida, representada y reivindicada por aquello que han llamado la Cuarta Transformación (4T).
Es muy recurrente encontrar en las redes sociales y en el discurso de los candidatos del PRIANPRD, con especial expresión de beligerancia, la ofensa y la descalificación a los más de 30 millones de ciudadanos y ciudadanas que en 2018 votaron por el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador.
Esa que es la base electoral del actual sistema, es indispensable para obtener el triunfo, por las condiciones actuales e históricas, de participación en las urnas (de 60 por cierto, en promedio), y por la competencia principalmente de tres opciones (Morena y sus aliados, la oposición y Movimiento Ciudadano, como adversario pactado).
Sin al menos una fracción importante, que puede fluctuar entre un tercio o hasta la mitad, de esos 30 millones, es imposible vencer al actual sistema político Nacional, cuyas condiciones además reedita en territorios municipales estatales y distritales.
Para ponerlo con mucha claridad: nadie puede vencer a morena y a sus partidos aliados sin conseguir arrebatarle votos. No hay otra forma. Es aritméticamente imposible suponer que los votos se van a obtener motivando a los ciudadanos apáticos o venciendo al abstencionismo, solamente.
No dan las cifras. La única manera de vencer a lopezobradorismo es robarle votos de su base electoral.
Partiendo de esta premisa indispensable, ha resultado gravísimamente errática la estrategia del PRIANPRD, de considerar que la base electoral de morena es «tonta, irracional, ignorante, naca o pendeja», como muchos integrantes de aquellos partidos hoy rémoras de Acción Nacional y en el mismo PAN, se han empeñado en repetir a lo largo de los meses.
Insultan a los seguidores de Morena, les escupen literalmente a la cara con denuestos, pero quieren sus votos, necesitan de sus votos. Es indispensable que ellos se les sumen si es que le quieren ganar al sistema.
De ahí lo ilógico de golpear a quien necesitas; de ahí el grave error de la derecha de ofender permanentemente a la mayoría aritmética electoral.
Esa constante descalificación a esos 30 millones que votaron en 2018 por Andrés Manuel López Obrador, pero sin los que el PRIANPRD no puede vencer al lopezobradorismo.
Está como ejemplo paradigmático de esa conducta, el desliz de Eduardo Rivera Pérez El sábado en Xicotepec, Puebla.
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El candidato al gobierno del estado por la alianza que integran PRI, PAN, PRD y el local Pacto de Integración Social (PSI) buscó complacer al auditorio de seguidores que lo rodeaba, pero olvidó los millones de potenciales votantes que están más allá del aplauso fácil, que el panista recibió al llamar «morenacos» a sus adversarios.
La expresión trasciende al chiste del mal gusto que pretendió hacer Eduardo.
Entraña en el fondo la imagen clasista y xenofóbica con la que ha cargado el PAN eternamente.
Es invariablemente la división de castas con que unos han querido ver a los otros.
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Los de arriba contra los de abajo; el México ilustrado contra el México que esos consideran ignorante; el white México contra los de piel canela.
Y por más que quieran ocultarlo, es la derecha quien planteó esa división.
Solitos se ponen zancadilla.
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