El pretexto fue reprocharles a las y los legisladores de su mismo partido el aval al ajuste a las tarifas del agua
El acto en que militantes morenistas poblanos expresarían, este sábado, su apoyo al proyecto presidencial de Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, terminó en un vulgar ataque en pandilla de los clanes Méndez, Vivanco y personeros de Aristóteles Belmont, contra diputados locales.
El pretexto fue reprocharles a las y los legisladores de su mismo partido el aval al ajuste a las tarifas del agua, pero la verdadera intención fue, sin duda, preparar un terreno de desestabilización y zozobra contra el proceso de renovación de la dirigencia estatal de Morena, que tiene su primer capítulo en las 15 asambleas distritales, del próximo 30 de julio.
El diputado representante de Tehuacán, Fernando Sánchez Sasia, recibió una cachetada del trasnochado porro Jorge Méndez Espíndola, quien ha lucrado por décadas con movimientos sociales en Puebla y hay denuncias de que, también desde la rancia izquierda simuladora de la entonces Universidad Autónoma de Puebla (UAP), ha negociado sus intereses. Lo suyo ha sido reventar las causas genuinas y obtener siempre beneficios ilegítimos.
Su ruta es bien conocida desde los años 70: subirse a las causas o crearlas artificialmente, con el ofrecimiento de grupos de choque incluidos; azuzar protestas e incitar a la violencia; luego, él y su puñado de declaradores mediáticos y golpeadores, las incendian y las llevan a un terreno riesgoso.
Después, las “venden” al régimen en turno. Es su modus operandi bien conocido. Un método casi delincuencial y organizado.
Aprovechando que es un hombre de edad, cacheteó al diputado que es mucho más joven y robusto, pesa 100 kilogramos. “Si me lo voy encima me comprometo para toda la vida”, reflexionó Sánchez Sasia en una conversación con este reportero.
Jorge Méndez es esposo de Rosa Márquez Cabrera, ex regidora y quien le hace comparsa a su modus operandi. Tienen un hijo, David Méndez Márquez, ex secretario de Gobernación estatal, quien dejó pésimos resultados.
“Los Méndez han sido siempre uno simuladores”, nos aseguran quienes conocen su historia.
Al principio del gobierno de Miguel Barbosa, se creyó en ellos y se les dio la oportunidad de participar de la Cuarta Transformación Poblana (4T).
También han sabido seducir a otros líderes en su tiempo, incluso al hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, quien le dio a Rosa Márquez oportunidad de trabajar en su administración, cuando fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.
Mamá Márquez Méndez, regidora entre 2018 y 2021, grilló con todo para quedarse con la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR) estatal, sin tener las capacidades, e incluso buscó ensuciar mediáticamente, y lo sigue haciendo de cuando en cuando, nos dicen, a la titular de esa área, Ana Laura Altamirano Pérez.
En este clan, aparece también la esposa de David: Alejandra Domínguez Narváez, quien hasta febrero de 2021 fue subsecretaria de Educación Obligatoria.
Nuera Méndez también gozó de excesos y abusos. Tuvo a su cargo y disposición a unas 40 personas, sólo para atenderla, nos aseguran fuentes de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Como si se tratara de una faraona. Un abuso absoluto a las arcas estatales.
Hijo Méndez, David, además de haber sido un ineficiente funcionario, también fue soberbio y abusó del cargo, pues incluso intentó hacer de las instalaciones de la Secretaría de Gobernación la sede de su clan, para sus temas, conspiraciones y negocios.
Se ha publicado en medios de comunicación que David recientemente salió del Instituto Nacional de Migración (INM), en donde fue el comisionado en Puebla por menos de seis meses, por no haber pasado los exámenes de confianza. Fiel a su estilo simulador, quiso disfrazar su destitución de “renuncia”.
Simulan y vuelven a simular.
En el zafarrancho que orquestaron este sábado, los Méndez tuvieron la participación de otros grupos, que también actuaron como pandillas: las Vivanco, pues uno de los principales azuzadores fue el diputado local José Iván Herrera Villagómez, brazo ejecutor de la ex presidenta municipal capitalina, Claudia Rivera Vivanco. Puso él en riesgo a sus compañeras y a sus compañeros de bancada y legislatura.
Y hasta el presidente temporal de Morena-Puebla, Aristóteles Belmont Cortés, impulsó la violencia contra los legisladores morenistas, pues entre los golpeadores estuvo su particular de nombre René.
El equipo de Sheinbaum deberá valorar la pésima imagen que le acarrean estos grupos y su comportamiento delincuencial y porril. Aún está a tiempo de revertir su vinculación con ellos.
Porque además estas pandillas del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) han dejado ver que buscan ensuciar el proceso de renovación interna, en el que, dicho sea de paso, no tienen ninguna oportunidad de triunfo, porque no tienen representación estatal real.
Son porros trasnochados. Ahí está la abundante evidencia videográfica en redes sociales.