Si los cerca de 1,6 millones de habitantes de Barcelona consumieran únicamente agua embotellada, se perderían mil 043 especies de ecosistemas anualmente.
Durante los últimos años, el consumo de agua embotellada ha aumentado considerablemente a nivel mundial, un fenómeno que responde a varias situaciones, como la falta de acceso al vital líquido, la contaminación de las fuentes naturales, o la creencia de que esta es de mejor calidad que la provista por vías convencionales.
En este contexto, un equipo de investigación español se dio a la tarea de comparar los impactos tanto en la salud como en el medio ambiente del consumo de agua embotellada en Barcelona frente a otras dos opciones: consumir agua filtrada del grifo o beberla directamente de la llave.
Según detallan los científicos en un estudio publicado recientemente en Internet por Science of the Total Environment, los impactos ambientales y en la salud son evaluados de manera independiente, por lo que desarrollaron una nueva metodología que combina elementos de un enfoque conocido como análisis del ciclo de la vida, útil para medir las consecuencias en el ecosistema, con la evaluación de impacto en la salud.
Tras estimar el daño medioambiental y los impactos en la salud humana derivados del proceso del embotellamiento, los académicos descubrieron que si toda la población de Barcelona, estimada en 2020 en 1,6 millones de habitantes, tomara agua embotellada, causaría la pérdida de 1,43 especies anualmente y tendría un costo de producción cercano a 83,9 millones de dólares. Los científicos señalan que estas cifras representan un impacto medioambiental unas 1.400 veces superior en comparación con el hipotético escenario.
«El mayor impacto medioambiental del agua embotellada se atribuyó al elevado consumo de materiales y energía necesarios para la producción de agua embotellada en comparación con el agua del grifo», explicaron los autores en la publicación.
Si bien es cierto que el agua del grifo contiene sustancias químicas llamadas trihalometanos, elemento utilizado durante la potabilización y que ha sido asociado con el cáncer de vejiga, este se encuentra en concentraciones mínimas que no representan una amenaza significativa para la población.
Si la ciudad española bebiera únicamente de esta fuente, el número total de años de vida perdidos en la localidad aumentaría a 309 años, o el equivalente a una media de 2 horas de esperanza de vida perdida si se repartiese por igual entre todos los residentes. De agregarse un filtro, «ese riesgo se reduciría aún más, hasta 36 años».
«Nuestros resultados demuestran que, teniendo en cuenta tanto los efectos medioambientales como los sanitarios, el agua del grifo es una mejor opción que el agua embotellada, ya que esta genera una mayor variedad de impactos», comentó Cathryn Tonne, coautora de la investigación.