Las bases y reglas para la elección de la candidata (e improbable candidato) de Morena a la Presidencia de la República garantizan que se trata de una competencia real entre las llamadas corcholatas. No es un concurso amañado ni una rifa. El Consejo Nacional avaló verdaderos candados que aseguran que solamente la aspirante más competitiva será quien alcance la postulación de ese partido.
Serán cinco, y no solamente una, las encuestas que definan a la abanderada presidencial y serán vinculantes entre sí, además de una serie de prohibiciones y condiciones que establecen que habrá, también, eso que llaman “piso parejo”.
No pueden pronunciarse por aspirantes: el presidente y gabinete ampliado, gobernadores y gabinete, alcaldes y presidentes municipales, ni su gabinete, coordinador Senado y Diputados, de Morena y aliados, coordinadores Congresos de los Estados, de Morena y aliados y quien tenga un encargo en el partido con representación nacional.
Hasta hoy, todas las encuestas serias, y también la mayoría de las que dan margen a cuestionamientos, han apuntado a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, como la más competitiva dentro y fuera del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Además habrá, en este método, un ejercicio de urna simulada.
Nadie puede ganar sin ser, realmente, el más competitivo, más conocido y más identificado con la Cuarta Transformación (4T), además de garantizar la continuidad del proyecto de nacional lopezobradorista.
Todas esas condiciones las reúne sobradamente Sheinbaum, por encima de los otros tres aspirantes: el casi ex canciller Marcelo Luis Ebrard Casaubon; el coordinador de los senadores morenistas, Ricardo Monreal Ávila; y el casi ex secretario de Gobernación federal, Adán Augusto López Hernández.
Esta misma semana, todos dejarán sus cargos. La renuncia de Marcelo será efectiva al mediodía de este lunes. Luego vendrá también la renuncia de Adán. Los dos son funcionarios designados y, por eso, se trata de una renuncia.
En caso de Sheinbaum y Monreal, al tener cargos de elección, será licencia la que presenten. Los cargos de elección popular son irrenunciables.
Hay una lógica elemental en elegir a la candidata más competitiva e identificada con el lopezobradorismo, pues la transferencia de popularidad y aprobación del presidente de la República recaerá en ella.
Todas las mediciones sobre la marca partidista y de la popularidad de López Obrador indican que, con cualquiera, ganará Morena y sus partidos aliados la elección constitucional de 2024. De eso no hay duda. No lo pone en tela de juicio ni siquiera la oposición.
Pero el tema de a quién postular también se trata de aritmética y de practicidad.
El presidente, como ha dicho y vale la pena recalcarlo, quiere que su movimiento arrase en las urnas.
Se ha planteado que, para tener la mayoría calificada en las cámaras del Congreso de la Unión, requiere de al menos 66 por ciento de los votos.
Será complicado obtenerlo, pero para siquiera intentarlo debe ir con la abanderada más eficiente, más popular y más identificada con los principios lopezobradoristas. Además, es mujer.
Por encima de las cualidades que puedan tener Ebrard, Monreal y López Hernández, ninguno llena las características que se requieren.
Ante el espejo de la historia, y con esta fórmula bien diseñada y concebida, López Obrador dejará como su sucesora a la primera mujer presidenta en la historia de México.
Efectivamente, hay que leer con pausa y cuidado las reglas y los candados.
Aparecerá una innegable realidad: Es Claudia.
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