En los últimos 12 meses se estima que en Puebla se han perdido cerca de 41 mil 304 puestos de trabajo formales. 

A Elizabeth y Paulina la pandemia de Covid-19 las dejó sin empleo y a Brenda con un negocio que parece ya no ser redituable.

Según datos del IMSS en los últimos 12 meses se estima que en Puebla se han perdido cerca de 41 mil 304 puestos de trabajo formales

Cómo derrumbó la pandemia el proyecto de Elizabeth

Elizabeth recuerda que hace un año se enteró de que en Puebla se había detectado una persona contagiada, alguien que había viajado y que estaba en cuarentena, ella trabajaba como mesera en un restaurante de la capital, al igual que su pareja.

Con el paso de los días, llegó el confinamiento en el estado, cerraron todos los negocios y la joven pareja se preocupó ya que sus ingresos dependían en gran parte de las propinas de comensales, por lo que agotaron sus ahorros.

Elizabeth cuenta que desde hace tiempo su proyecto de vida era emprender un pequeño restaurante y ya había comprado algunos utensilios como vasos, platos y demás, mismos que tuvo que vender en redes sociales para obtener algo de dinero, mientras que su pareja hacía algunos trabajos de plomería y electricidad, de vez en cuando regresaba al negocio donde trabajaba, según lo permitían las autoridades, aunque eran menores las propinas y los clientes.

Con el paso de los meses y la alza de contagios, la situación se hizo más precaria aunque optaron por prescindir de servicios como cable, recargas de celulares y ahorrar más en gas, luz y agua, el dinero para comprar alimentos era insuficiente.

Por ello, Elizabeth pidió 2 mil pesos prestados, con lo que le alcanzó para emprender un servicio de desayunos y comidas tradicionales cerca de su hogar, acudió a un internet para que le elaborarán un menú, mismo que empezó a distribuir entre sus conocidos por Whatsapp y publicó en Facebook, donde se hicieron varios grupos para apoyar el comercio local.

A este esfuerzo se sumó su pareja como repartidor en bicicleta, primero fueron cinco clientes, después más de 20 y actualmente llevan alimentos a cerca de 100 trabajadores de bancos y locales de todo tipo, no obstante, dice que las ganancias son pocas y alcanza muy poco para cubrir sus gastos.

Me quedé sin trabajo y tuve que buscar empleo «de lo que sea»



Paulina, tiene una hija de 7 años, trabajaba en un hotel del centro histórico, brindando servicios de spa y tratamientos faciales a los huéspedes, cuando todo era normal –dice—realizaba cerca de 10 servicios por día, sin embargo, a inicios de abril se quedó sin empleo.

“Nos dijeron que el hotel tenía que cerrar por el coronavirus, que esperáramos como dos semanas para que se calmara el alboroto y que nos llamarían para volver a trabajar, a mí ya nunca me llamaron”, señala.

Pasaron las semanas y se acabaron sus ahorros, tenía que seguir aportando dinero en su hogar porque ella y su papá se dividían los gastos, por eso tuvo que salir a buscar un empleo “de lo que sea”, porque por ese entonces varios negocios estaban cerrados y no había ofertas de empleo.

Una conocida le dijo que en la veterinaria donde llevaba a su perro solicitaban una asistente, sin los conocimientos suficientes asistió rezando para que le dieran el trabajo, afortunadamente lo logró y aprendió a convivir con las mascotas para darles baños y cepillarlos.

Reconoce que una de las principales dificultades que ha enfrentado es la educación de su hija, pues mientras ella trabaja la pequeña se queda a cargo de su abuela.

Papelerías, otro de los negocios que la pandemia dejó sin clientes

Brenda tiene una papelería cerca de una primaria, negocio que le funcionaba bien antes de la suspensión de actividades presenciales, cuenta que fue en la última semana de marzo cuando supo por las mamás que habían mandado a los niños a sus casas dos semanas y que regresarían después de las vacaciones de semana santa.

Hace un año, dice, se quedó con la mercancía que había comprado para los intercambios de los niños, porque no hubo convivio del Día del Niño, ni festival del 10 de Mayo, mucho menos graduación.

“Primero decían que iban a regresar después de Semana Santa, después que hasta que empezará el nuevo ciclo escolar y después que no, que en enero, pero ya pasó un año y se ve que los niños seguirán en sus casas”, expresó.

Las ventas en su negocio, comenta, ya no son las mismas a veces compran regalos para cumpleaños o las fiestas que se siguen haciendo, el material de papelería que se vende es muy poco, en comparación al año pasado.

Señala que sus vecinos y locales de la calle donde vive también se vieron afectados, porque la escuela generaba oportunidades para todos.

“Aquí vendían tortas, jugos, todo para el lonche de los niños; las señoras pasaban a la tienda por sus verduras y pollo, o a la carnicería, pero ahora ya solo los vecinos son los clientes, es muy poco lo que se vende y uno tiene que ahorrar”, acotó.

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