Este 12 de abril de conmemora al italiano Giussepe Moscati, santo al que se le encomienda la salud de los enfermos
San Giuseppe fue beatificado en 1975 por el Papa Pablo VI y canonizado por Juan Pablo II el 25 de octubre de 1987, gracias al milagro de la curación de leucemia del joven Giuseppe Montefusco en 1979. Precisamente fue en la Iglesia de Jesús Nuevo donde la madre del joven pidió la intercesión del entonces beato.
El santo fue el séptimo hijo del matrimonio conformado por Francesco Moscati (abogado) y una aristócrata, Rosa De Luca dei Marchesi di Roseto. La familia vivía en Santa Lucía di Serino, luego se trasladó a Nápoles en 1884, aquí recibió la Primera Comunión, cuatro años más tarde, en la iglesia de las Hermanas del Sagrado Corazón. En esta iglesia, Moscati se reúne con el beato Bartolo Longo, fundador de la ermita de Pompeya al lado de la iglesia y conoció a Santa Caterina Volpicelli.
En 1892 su hermano Alberto, desafortunadamente, el murió tras una caída de su caballo durante el ejercicio de su servicio militar: a partir de este episodio empezó a madurar su pasión por la medicina. Después de la escuela secundaria, se matriculó en 1897 en la Facultad de Medicina, en el mismo año de la muerte de su padre, que sufrió una hemorragia cerebral.
Nunca cobró dinero a los pobres, y su muerte llegó el 12 de abril de 1927, casi a los 47 años, mientras esperaba en el despacho de su casa la visita de los enfermos y sentado en un sillón. La noticia de su fallecimiento se difundió rápidamente por toda la ciudad con las palabras “ha muerto el médico santo” y fueron los pobres quienes más lloraron la pérdida de su amigo y doctor.
Entre los primeros que acudieron a rezar ante su cadáver estuvo el Cardenal Ascalesi, quien ante los presentes dijo: “el doctor pertenecía a la Iglesia; no a aquella de quienes sanó el cuerpo, sino de la de quienes salvó el alma y que salieron a su encuentro mientras subía al cielo”.
Algunos días antes, por la noche, vio en sueños la foto de un médico en batín blanco. Contó el sueño a su párroco, quien le habló del Beato Moscati. La señora fue a la Iglesia de Jesús Nuevo y enseguida reconoció el rostro de la imagen que vio en sueños. Desde ese momento rezó a Moscati y consiguió que se le unieran parientes y amigos. Su hijo Giuseppe se curó totalmente en pocos días y regresó a su trabajo como herrero.
(Con información de ACI Prensa)