La Iglesia considera la vida de los Cartujos como el modelo perfecto del estado de contemplación y penitencia.
San Bruno nació el 6 de octubre de 1101 en la ciudad alemana de Colonia, perteneciente entonces al Sacro Imperio Romano Germánico.
San Bruno fue profesor de filosofía y teología en la escuela de Reims, donde mantuvo durante 18 años, un alto nivel en los estudios.
Después fue nombrado canciller en la diócesis por el arzobispo Manasés, quien era un personaje indigno de llevar ese alto cargo. La Iglesia considera la vida de los Cartujos como el modelo perfecto del estado de contemplación y penitencia.
Sin embargo, cuando se estableció en Chartreuse, no tenía la menor intención de fundar una orden religiosa. Si sus monjes se extendieron, seis años más tarde por el Delfinado, ello se debió, después de la voluntad de Dios, a una invitación que se les formuló.
El conde Rogelio, hermano de Roberto Guiscardo, regaló al santo el fértil valle de La Torre, en la diócesis de Squillace. Ahí se estableció San Bruno con algunos discípulos.
El santo expiró el domingo 6 de octubre de 1101. Luego, los monjes de La Torre enviaron un relato de su muerte a las principales iglesias y monasterios de Italia, Francia, Alemania, Inglaterra e Irlanda, pues era entonces costumbre pedir oraciones por las almas de los que habían fallecido.
Ese documento junto con los «elogia» escritos por los 178 que recibieron el relato de su muerte, es uno de los más completos y valiosos que existen.