Entre los escritores de la Biblia Hebrea, se le conoce como uno de los “GrandIsaias capilla sixtina es Profetas».
Isaías fue para Israel un héroe nacional. Es un poeta maravilloso. La elegancia de su estilo, la viveza de sus imágenes y la belleza literaria de sus profecías lo convierte en un clásico de la literatura de Israel.
Nació en Jerusalen en el año 765 antes de Cristo y parece que era de familia de clase aristocrática. Todo su modo de hablar y comportarse lo presentan como un hombre de cultura superior.
Entre los escritores de la Biblia Hebrea, se le conoce como uno de los “GrandIsaias capilla sixtina es Profetas”; es un caso sobresaliente el de “Isaías, el santo profeta… el gran profeta, el fiel a los ojos de Dios” (Ecclus., xlviii, 23-25).
VIDA
El nombre Isaías significa “Yave es salvación” (Yave o Jehová). Asume dos diferentes formas en la Biblia Hebrea: como autor en el texto del Libro de Isaías, y en otros escritos del Antiguo Testamento, por ejemplo en IV Reyes, xix, 2; II Par., xxvi, 22; xxxii, 20, 32, en ellos se lee Yeshá`yahu, y en otras colecciones de los profetas como Yeshá`yah, en griego es Esaías, y en latín, generalmente se acepta como Isaias, aunque algunas veces también, como Esaias.
Con este mismo nombre se reconocen a otras cuatro personas en el Antiguo Testamento (Esd., viii, 7; viii, 19; II Esd., xi, 7; I Par., xxvi, 25); en tanto que los nombres de Jesaia (I Par., xxv, 15), y Jeseias (I Par., iii, 21; xxv, 3) pueden ser considerados más bien como variantes. Por medio del profeta mismo (i, 1; ii, 1) sabemos que fue hijo de Amos. Este nombre tiene similitudes entre el griego y el latín y se relaciona con el profeta pastor de Thecue. Algunos inicialmente tomaron el nombre del profeta Amos por el padre de Isaías. En el prefacio de su trabajo «Commentary on Amos» (P.L., XXV, 989) San Jerónimo puntualiza este error.
No conocemos casi nada de la ascendencia de Isaías, pero varios pasajes de sus profecías (iii, 1-17, 24; iv, 1; viii, 2; xxxi, 16) nos permite inferior que pertenecía a una de las mejores familias de Jerusalén. Una tradición judía lo menciona en el Talmud (Tr. Megilla, 10b.) y lo señala como sobrino del Rey Amasias. No se tiene referencia del año de nacimiento del profeta; pero se considera que tenía alrededor de veinte años cuando dio inicio a su ministerio público.
Muy probablemente fue ciudadano o nativo de Jerusalén. Sus escritos incuestionablemente muestran signos de una gran cultura. De sus profecías (vii y viii) aprendemos que se casó con una mujer a quien se refiere como “la profetisa” y que tuvo dos hijos, She`arYashub y Mahershalalhashbaz. Nada indica que se haya casado dos veces, como algunas historias llamativas tratan de hacer ver, señalando que Almah de vii, 14, fue también su esposa.
Se estima que el ministerio profético de Isaías llegó a durar cerca de medio siglo, desde el año que terminaba Ozías, Rey de Judá, posiblemente hasta los tiempos de Manasses. Se trata de un período de gran actividad profética. Israel y Judá ciertamente demostraron estar con gran necesidad de guías. Luego de la muerte de Jeroboam II, revoluciones se sucedieron a revoluciones y la parte norte del reino se había hundido rápidamente en el vasallaje a los asirios.
Las Naciones de Occidente sin embargo, se recobraron de los problemas de principios del octavo siglo, y manifestaban aspiraciones de independencia. Rapidamente las tropas de Theglathfalasar III marcharon hacia Siria. Grandes tributos fueron impuestos y grandes amenazas se cernía sobre los que manifestaban reticencias con los pagos. En 725, Osee, el último rey de Samaria cayó miserablemente bajo el poder de Salmanasar IV, y tres años más tarde Samaria caía en las manos de los asirios.
Mientras tanto, el reino de Judá escasamente tenía un mejor destino. Un largo período de paz había enervado los ánimos y el joven e inexperimentado Achaz no fue un contrincante importante para los sirios e israelitas que le confrontaron. Preso de pánico, y a pesar de lo que le había dicho Isaías, resolvió apelar a Theglatfalasar. La ayuda de Asiria estuvo asegurada, pero la independencia de Judá quedó prácticamente hipotecada.