Muchos lo llaman “milagroso” y se sienten agradecidos con él.
Hoy la Iglesia celebra la fiesta de San Judas Tadeo, apóstol de Jesús (no el Iscariote), presentado en los Evangelios como el «hermano de Santiago». A San Judas Tadeo se le conoce como patrono de las causas imposibles y su fiesta se celebra cada 28 de octubre, día en que también se recuerda a San Simón Apóstol.
Muy probablemente era hermano de Santiago el Menor y primo de Jesús. Se le atribuye la epístola que lleva su nombre, en la que se presenta a sí mismo como “servidor de Jesucristo y hermano de Santiago”.
De acuerdo al martirologio romano, San Judas Tadeo predicó primero en Mesopotamia y luego en Persia, donde sufrió el martirio junto a Simón Apóstol, en la ciudad de Suanis.
Santa Brígida de Suecia cuenta en sus Revelaciones que el Señor Jesús la exhortó a que le pidiese favores y gracias a través de San Judas Tadeo. Quizás sea esta una de las razones por las que la devoción a este Santo ha calado profundamente en la piedad popular. Precisamente muchos lo llaman “milagroso” y se sienten agradecidos con él.
Lamentablemente, en algunos casos, la devoción a San Judas ha dado lugar a ciertas desviaciones que la Iglesia ha aclarado oportunamente. En el año 2008, mediante un comunicado titulado “San Judas Tadeo y algunas desviaciones de su culto», la Arquidiócesis Primada de México aclaró que San Judas Tadeo no es el “santo de los delincuentes” o narcotraficantes; y que su devoción no es compatible con los cultos relativos a la llamada «Santa Muerte», fenómeno que tampoco pertenece a la identidad católica. La arquidiócesis señaló, además, que “la Iglesia alienta las manifestaciones populares de auténtica devoción” pero que «en algunos casos -como los mencionados- existen serias incompatibilidades» con las enseñanzas de la Iglesia. Ciertamente el culto a la «Santa Muerte«, vinculado a la brujería y al paganismo, es muy popular en México y se intensifica con la cercanía de la fiesta de los Fieles Difuntos.
San Judas Tadeo suele ser representado con una imagen de Cristo en el pecho, simbolizando su parentesco con el Señor. La misma tradición refiere incluso cierto parecido físico con Él. En sus representaciones también aparece un mazo, instrumento con el que fue ejecutado de un golpe en la cabeza, antes de que esta fuera cortada con un hacha.