Santa Mónica es ejemplo de mujer cristiana, de piedad y bondad, madre abnegada y preocupada por el bienestar de su familia, aun bajo las circunstancias más adversas

Hoy, han pasado 239 días y solo quedan 126 días para concluir este año 2018, la Iglesia Católica celebra a Santa Antusa mártir, San Cesáreo de Arlés, San David Lewis, San Gebhardo de Constancia, San Guarino de Sión, San Juan de Pavía, San Licerio de Couserans, Santa Mónica, San Narno de Bérgamo, San Poemeno de Tebaida y a  San Rufo de Capua.

Santa Mónica

Mónica nació en Tagaste (en la actual Argelia). Sus padres eran cristianos y de una familia de vieja tradición cristiana. Su educación se le encargó a su criada, también cristiana. Se casó con un hombre mayor, pagano, llamado Patricius (Patricio), un hombre muy enérgico y de temperamento violento.

Mónica iba a la iglesia cada día y soportó con paciencia el adulterio y las cóleras de su marido. Se ganó el afecto de su suegra en poco tiempo e incluso convirtió a Patricio al cristianismo y calmó su violencia. Patricio murió poco después de su conversión y Mónica decidió no volver a casarse.

Mónica tuvo tres hijos Agustín, Navigio y Perpetua. Uno de ellos fue San Agustín, que le dio muchas alegrías por sus éxitos en los estudios, pero también la hizo sufrir por su vida descarriada. Agustín había sido enviado a proseguir sus estudios en Cartago, y allí cometió pecados graves. En Cartago Agustín había abrazado el maniqueísmo lo que le alejó de su madre. Mónica envió a Agustín al obispo para que lo convenciera de sus errores, pero el obispo le aconsejó a Mónica que siguiera rezando por su hijo, diciéndole «no se perderá el hijo de tantas lágrimas».

A la edad de 28 años, Agustín acogió la gracia de Dios, se convirtió al cristianismo y recibió el bautismo. Mónica se había vuelto a reunir con él al morir Patricio. La madre y el hijo tuvieron seis meses de paz en Casiaco, poco tiempo después Agustín fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista en Milán. Sin embargo, África los reclamaba, emprendieron su viaje, se detuvieron en Cività Vecchia y en Ostia. Aquí la muerte sorprendió a Mónica, y las páginas más bellas de las Confesiones de Agustín fueron escritas como resultado de la emoción que experimentó Agustín por la muerte de su madre.

Santa Mónica es puesta por la Iglesia como ejemplo de mujer cristiana, de piedad y bondad probadas, madre abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aun bajo las circunstancias más adversas.

 

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