«Dios que posee la ciencia santa, sabe que yo pudiéndome librar de la muerte, soporto por su amor los crueles dolores que produce en mí este apaleamiento«
Hoy, cuando han transcurrido 224 días y faltan soló 141 para concluir este 2019, la Iglesia Católica recuerda a San Aniceto de Nicomedia, Santa Digna de Augsburgo, San Eleazar, San Aimar rey de Navarra, Santa Eunomia de Augsburgo, San Euplio, Santa Euprepia de Augsburgo, Santa Felicísima de Faleria, San Focio de Nicomedia, San Graciliano de Faleria, Santa Hilaria de Augsburgo, Santa Juana de Chantal, San Pedro del Barco y San Porcaro.
San Eleazar, Mártir
Eleazar es un nombre que significa: «Dios me ayuda».
La Santa Biblia, en el 2o. libro de los Macabeos (capítulo 6) narra así la historia de ese mártir.
Eleazar era de los principales especialistas en explicar al pueblo la Ley del Señor. Era varón de avanzada edad y de muy noble aspecto. Los enviados del impío rey Antíoco, querían obligarlo a desobedecer la santa ley de Dios, pero él prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, dispuso marchar voluntariamente al suplicio del apaleamiento, después de rechazar valientemente todo lo que iba contra las leyes santas.
Los que estaban encargados de obtener que los israelitas renunciaran a sus antiguas y sagradas costumbres, lo invitaban a simular que sí hacía lo que la ley prohibía, aunque no lo hiciera, para que obrando así se librara de la muerte y por su antigua amistad con ellos alcanzara benevolencia y buen trato.
Dijo estas inmortales palabras: «a mi edad no es digno fingir hacer lo malo, aunque lo que se haga sea bueno. Porque después muchos jóvenes, creyendo que Eleazar a los 90 años se ha pasado a las costumbres de los que no tienen ninguna religión,se podrán desviar, y yo por haber simulado lo que no era cierto con el pretexto de conservar el poco tiempo de vida que aún me queda atraería deshonra e infamia a mi vejez. Porque aunque yo lograra en el presente librarme de los castigos de los hombres, ni vivo ni muerto podré librarme de los castigos que Dios tiene reservados para los que van contra su santa Ley. Por eso al sacrificar ahora valientemente la vida, me mostraré digno de mi ancianidad, dejando a los jóvenes un ejemplo noble, al morir generosamente, con valentía y nobleza, por defender las leyes de nuestra sagrada religión».
Al terminar Eleazar de decir las bellas palabras anteriores, se fue enseguida al suplicio. Los que lo llevaban, cambiaron su suavidad de poco antes en dureza, después de oír sus valientes declaraciones, y empezaron a apedrearlo sin compasión.
Cuando ya estaba a punto de morir, dijo entre suspiros: «El Señor Dios que posee la ciencia santa, sabe muy bien que yo pudiéndome librar de la muerte, soporto por su amor los crueles dolores que produce en mí este apaleamiento, pero en mi alma lo sufro con gusto porque se trata de demostrarle a mi Dios cuanto lo quiero y lo estimo». De este modo murió santamente. Y Eleazar no dejó sólo a los jóvenes sino a todos los creyentes, con su heroica muerte, un ejemplo de nobleza, valor y generosidad y una invitación a preferir morir antes que pecar.
No tengas respetos humanos que vayan contra tu alma. (Eclesiásticos).