Yayoy es madre de un chico trans que, al lado de él, participó en la 18a edición de la Marcha del Orgullo LGBTTTIQ realizada en Puebla este sábado.

Yayoy Silva Ricárdez tiene 47 años de edad y fue una de las cerca de 18 mil personas que durante este sábado, se sumaron a la 18ª marcha del orgullo LGBTTTIQ (Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Transexual, Travesti, Intersexual, Queer), que recorrió el bulevar 5 de mayo, la 7 Oriente y la 16 de septiembre hasta llegar al Zócalo, en Puebla.

Lo hizo acompañanda a su hijo, un chico trans que a los 11 años de edad confesó a su madre algo: que no era la mujer que marcaba su anatomía y, por consiguiente, su acta de nacimiento; era un varón que deseaba vivir como tal.

«A los 11 años me dijo: no soy tu princesa, soy un príncipe atrapado en el cuerpo de tu princesa y necesito salir«, recuerda Yayoy, al asegurar que desde muy temprana edad él jugaba con carros y a ser superhéroe en vez de muñecas o princesas.

Lo primero que pensó fue: mi hija necesitaba ayuda. Recurrió a una sicóloga que en la primera cita, le dijo: “no señora, la niña no necesita ayuda, quien lo necesita es usted”. A partir de ese momento, Yayoy se dispuso a estudiar y apoyar en todo a su hijo.



El camino no ha sido fácil; incluso, por un tiempo se alejaron de la familia que era incapaz de aceptar el cambio. A los abuelos, se les advirtió que si no podían aceptar al pequeño trans, lo mejor sería que simplemente no se acercaran a él.

Su esposo también ha luchado con la realidad de tener un hijo en vez de una hija. Para él es más fácil digerir que entendiendo que no tiene un hijo trans sino una hija lesbiana. 

Otra lucha comenzó en las escuelas. Yayoy relata que su hijo cambió de planteles innumerable cantidad de veces, porque no le permitían que asistiera a clases con pantalón en vez de falda, lo que en más de una ocasión los hizo llegar al punto de la frustración.

Actualmente, su hijo tiene 21 años de edad, se graduó como estilista y atienden juntos una estética donde son propietarios. 

Al preguntarle si volvería a vivir esta historia, responde que sí pero opina que ahora ya hay muchos elementos de conocimiento que antes no existían, por lo que sería más fácil.

Es en ese marco que Yayoy lanza un llamado a los padres de familia para aceptar a sus hijos como son y no esperar a que estén enfermos o en un ataúd para llorarlos. “La vida es muy corta y no sabemos cuánto tiempo ellos van a estar con nosotros y nosotros con ellos”, refiere.

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