A sus casi 30 años de edad, Sonia González Rivas nunca imaginó desempeñarse como primer contacto y perito de trabajo social en el Centro de Justicia para las Mujeres (CJM). Hoy, seis años más tarde, se ha convertido en una de las pioneras de la institución, es quien realiza el expediente único victimal de primer contacto.
Como esposa y madre de familia, Sonia explica que su trabajo le ha permitido comprender diversos temas, como perspectiva de género y las distintas formas de violencia hacia este sector de la población.
Como madre ha inculcado otro tipo de valores y conocimientos a sus hijos, dando una mejor formación y logrando que su familia tenga otro tipo de vivencia muy diferente a la que viven algunas familias.
Sabe que la profesionalización y actualización es fundamental para brindar una atención adecuada a quienes solicitan los servicios del CJM y comenta con orgullo sobre su participación en diplomados en Trata de Personas, Perspectiva de Género, y Derechos Humanos con Perspectiva de Género.
La también perito de trabajo social del CJM, comenta que en la búsqueda de la certificación del personal que atiende a mujeres víctimas de violencia de género, recientemente participó en una capacitación.
“En lo personal, a quienes acuden a solicitar nuestros servicios, trato de inculcarles, de hacerles visibles las diferentes violencias que existen y obviamente, tratar de prevenir y en este caso eliminar la violencia contra la mujer”.
Ayudar a las mujeres, una misión de vida
Asegura que a ella le gusta la actividad que desempeña, el tener contacto con mujeres y saber que las puede ayudar o contribuir para que ellas cambien su forma de vivir y esa es ahora una misión de vida.
Su sentimiento de identificación con las mujeres que acuden al CJM le ha permitido ayudarles a resolver su situación o darles alguna alternativa de solución.
“Hacer las canalizaciones a los diferentes refugios, el ingreso a estancia transitoria y dar seguimiento a la víctima. Es decir, no termina solamente con elaborar el expediente. Yo tengo que realizar un seguimiento, ya sea vía telefónica, de manera presencial o por medio de una visita domiciliaria”.
Su labor no es fácil y reconoce que cada caso es distinto y uno de ellos la ha dejado marcada, «fue una víctima de violencia; le quitaron a su menor de edad. Logramos ingresarla a un refugio, se rescató al menor. Tenía muchísimo estrés, se le cayó todo el cabello y entró en depresión. Su familia la apoyaba mucho, pero no tomaba la decisión, y aunque la familia la apoyaba no se lograba nada, afortunadamente, logró salir de ese ciclo de violencia”.
Finalmente, insistió en que lo más importante es no permitir ser violentadas y tomar la decisión de presentar las denuncias y buscar ayuda en las diferentes instituciones creadas con ese fin, como es el caso del CJM, “pueden salir de este ciclo de violencia si su decisión es desde su persona”, concluyó.
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