El sol quemante, la insalubridad y la escases de alimento, serán otros enemigos a vencer además de la furia de Trump y la voracidad de los “coyotes”.

¡Ahora somos amigos, mañana cada quien seguirá su camino!, suelta Noah de siete años, un salvadoreño que ya armó su pandilla de juegos en el parque que se ubica frente a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en la colonia Aquiles Serdán en donde descansa la caravana Viacrucis Migrante 2018.

Noah corre a la resbaladilla y lo sigue un grupo de niños y niñas que juegan. Se olvidan que huyeron de Honduras, El Salvador y Guatemala, porque sus madres están amenazadas de muerte o porque en sus países no hay más que violencia y hambre.

Noah y sus amigos conservan la sonrisa característica de un niño, la de la inocencia; la cual irán perdiendo día a día que se acerquen a Tijuana para intentar cruzar al otro lado en busca del sueño americano.

¿Para dónde viajas Noah?, pregunta esta reportera. «Voy para Tijuana», responde muy ágil. 

¿Son tus hermanitos? ¿Viajas con ellos?, insisto, mientras ellos sigue subiendo la escalera de la resbaladilla.«Son mis amigos, pero cuando nos vayamos cada quien seguirá su camino», contesta mientras suelta también un suspiro y mira al cielo por un instante.

LAS AMENAZAS QUE LOS HACEN HUIR

Justin es otro miembro de la pandilla. Es hondureño de 7 años que intenta en solitario descansar en su cama improvisada con un cartón bajo la sombra de un árbol. Da vuelta para un lado, da vuelta para el otro y no consigue acomodarse. Se sienta y busca en los bolsillos del pantalón, saca un dulce, le quita la envoltura y lo mete a la boca.

La madre de Justin huyó del padre del niño, un integrante de “La Mara Salvatrucha” que la golpeaba constantemente y que la amenazó de muerte el día que ella le dijo que se iría de casa.

El hermano mayor de Justin, José de 17 años, observa a lo lejos, se acerca y pide no fotografiar el rostro de su hermano para evitar que su padrastro sepa que están en Puebla y los mande a matar con los maras.

– ¿Qué  te gusta jugar Justin? «A los carritos».

– ¿Para dónde vas? ¿Con quien viajas?. «Voy para Estados Unidos con mi mamá y mi hermano, nos escapamos de mi papá».

ESTHER, LA BEBÉ QUE QUIZÁ NO LIBRE EL VIAJE

También esta Esther, guatemalteca de un año con ocho meses, que presenta un cuadro diarreico desde que llegó al refugio para migrantes. Quizás libre el viaje, quizás no. Aunque recibió medicamentos para la diarrea, no tendrá los cuidados que requiere un bebé en esa condición.

La bebé duerme sobre su tía Yuri, de 16 años, quien junto con su hermana Pamela de 22 años, huyen de un hombre que mató a su padre para quitarle sus parcelas.

El asesino de su padre ahora quiere quedarse con Pamela, que es madre soltera. Despojadas de su patrimonio y amenazadas de muerte, estas tres mujeres abandonarán la caravana y seguirán su camino solas.

En su estancia en el refugio de migrantes que atiende el sacerdote Gustavo Rodríguez Zarate, en donde activistas en derechos humanos y en migración las asesoraron, descubrieron que no reúnen los requisitos para obtener asilo político, no se puede demostrar su historia.

Pamela, Yuri y Esther, tienen un familiar en Nueva York que les mandó dinero para que paguen un “coyote” que intentará burlar a la Guardia Nacional que mandó a la frontera el presidente norteamericano Donald Trump.

El sol quemante, la insalubridad y la escases de alimento, serán otros enemigos a vencer además de la furia de Trump y la voracidad de los “coyotes”.

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