Si Rivera Pérez insiste en retirarlas del centro histórico, realizarán marchas y plantones frente al Palacio Municipal.
Tres mujeres de alrededor de 30 años platican en la esquina de la 14 Poniente y la 3 Norte, están recargadas en la pared de lo que es el Museo de Arte Popular Poblano Ex Convento de Santa Rosa. Dos, lucen recién bañadas, tienen el cabello teñido, una de rubio y otra de rojo; sus ojos están perfectamente maquillados y usan coloridadas minifaldas y cubrebocas desechable. La otra mujer tiene aspecto indígena, no está maquillada y su hermosa cabellera negra está trenzada, su cobreboca y sus huaraches son artesanales.
Me cuentan que llegaron de Veracruz hace cuatro días -su acento al hablar lo confirma-, y que por ello no saben las normas de la calle en la que las colocaron para ejercer el sexo servicio. Un poco nerviosas, mientras una me dice que no tienen permiso de hablar con alguien que no sea cliente y mucho menos de darme su tarifa; otra observaba para todos lados, mientras que la mujer de la larga trenza solo miraba al suelo.
Mientras esto sucedía una chica que estaba dos metros adelante de nosotras se apalabró con un cliente, solo cruzaron la acera para introducirse en un hotel que se encuentra enfrente y que funciona como casa de citas.
Al continuar el recorrido por la 14 Poniente, intenté dialogar con otras dos mujeres, que, amables, escucharon mi cuestionamiento sobre si el personal del Ayuntamiento de Puebla las ha contactado para ofrecerles programas de capacitación laboral del programa “Contigo Mujer”, a lo que sonrieron y se limitaron a contestar ¡No muchas gracias!, moviéndose unos pasos para no perder su espacio de trabajo.
Eran las tres de la tarde de un día de asueto, los comercios estaban abarrotados a pesar del cambio de semáforo epidemiológico de verde a amarillo, cuando tras grabar un video caminando por esa calle, cuatro mujeres me interceptaron pidiéndome una explicación.
Tras identificarme como representante de un medio de comunicación y con mi credencial de elector, una de ellas me explicó que no permiten ser grabadas porque sienten violenta su privacidad, a pesar de estar en la vía pública.
Una de ellas me dijo que tiene 39 años, y que desde el 2020 trabaja un par de horas al día como sexo servidora, ya que lo que gana limpiando casas no le alcanza para solventar los gastos de su familia.
Rápidamente llegaron otras cuatro mujeres, una en una motoneta que era conducida por un hombre que se estacionó unos metros adelante para esperarla, todas ellas vestían pantalón, playeras, tenis o zapatos bajos, un atuendo tan sencillo que pueden camuflajearse con cualquier mujer que camina o va de compras por esa calle.
No se irán de la 14 Poniente, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
La líder o al menos la que habló por el grupo, y a quien las demás mujeres respaldaron asintiendo con la cabeza y con su postura de resguardo hacia ella, me dio su nombre, pero lo omito por respeto a su trabajo.
Dijo que no se irán ni hoy, ni mañana, ni nunca de la 14 Poniente, que es su calle, su centro de trabajo y que no están dispuestas a perderlo, sin importar lo que digan las autoridades municipales.
Recordó que han sido los gobiernos panistas los que más las han estigmatizado insistiendo que se trata de un trabajo ilegal, acosándolas mediáticamente con la difusión de notas de que las van a retirar del centro histórico, y que no olvidan que fue el presidente municipal Eduardo Rivera Pérez, quien en la pasada administración clausuró los hoteles y casas de citas donde ejercían el sexo servicio de manera segura.
Tras mostrarse su solidaridad entre ellas, su capacidad organizativa y de escucha ante la conversación que entablamos, las mujeres señalaron que, si Rivera Pérez insiste en retirarlas del centro histórico, realizarán marchas y plantones frente al Palacio Municipal.
La que habló por todas advirtió que cuentan con asesores legales que lograrán un amparo contra el Código Reglamentario del Municipio de Puebla (Coremun), para que eviten ser amonestadas porque “ejerzan, permitan o sean usuarios de la prostitución en lugares públicos”, como dice el reglamento.
“Lo único que queremos es trabajar tranquilas. Que nos dejen en paz, ya cumplimos con lo que pedían las organizaciones de comerciantes establecidos que era que no usáramos ropa provocativa que evidenciara a lo que nos dedicamos y que dañe su moral. ¡Mira como venimos vestidas!, ¿qué más quieren? ¡Tenemos derecho a trabajar!”.
Estas mujeres añadieron que ejercen el sexo servicio por elección y voluntad propia, y que no realizarán otro trabajo por el que ganen menos de 150 pesos por hora, señalando que es la tarifa mínima permitida en la 14 Poniente.
“La que cobre menos aquí no puede estar, es competencia desleal y no se lo permitiremos. Que se vaya a otra calle y que se las arregle como pueda, nosotras no la vamos a defender”.
Una calle atrás todo es diferente. En la 12 Poniente hay mujeres más sexis y provocativas, desde el maquillaje hasta la ropa que usan las distingue de las paseantes. Su rostro se puede apreciar perfectamente porque no usan cubrebocas.
Una de ellas es bastante grande de edad, lo sé por su piel marcada por el paso del tiempo, pero aun así porta una prenda “animal print”, un escote soberbio y una fabulosa sonrisa como si estuviera en la más hermosa vitrina de la llamada Puebla de los Ángeles, solo que está recargada justo en la entrada de la iglesia de Santa Rosa. Quizás espera un milagro, un ángel disfrazado de cliente que le ofrezca tan bondadoso pago, que la haga regresar temprano a casa.