Caminamos casi al caer la noche frente a lo que era su casa, donde nació y creció con sus hermanos, donde nacieron y crecían sus sobrinos

A Salomé Gómez Romero le cambió la vida tras las explosiones de gas, por una toma clandestina en San Pablo Xochimehuacán, que dejaron 5 víctimas y más de 50 casas colapsadas el pasado 31 de octubre.

Este hombre de 39 años, que se dedica a la venta de pollos para criar, no aceptará la reubicación que ofrece el gobierno del estado a las familias que tuvieron pérdida total de sus viviendas.

La casa que estaba marcada con el número 2 en la Cerrada Industria, se construyó en un predio que las autoridades señalan como irregular, sin embargo, Salomé aseguró que sus padres lo compraron hace 50 años que llegaron del estado de Guerrero.

Él comprende que estar a 15 metros de las vías del tren es un riesgo, pero insistió que las autoridades municipales otorgaron permisos de construcción y que la última adaptación que hicieron a esa casa fue hace cinco años; además se contaban con número de registro y alineación del Instituto Registral y Catastral del Estado de Puebla.

Añadió que las negociaciones para la reubicación deberían realizarse de manera pública y no llevándolos de uno a uno al DIF Estatal, en donde los han maltratado ante la negativa de aceptar vivir en un predio ubicado en el kilómetro 2.5 del Camino al Batán, casi frente a la cárcel de San Miguel.

Salomé y yo caminamos casi al caer la noche frente a lo que era su casa, en donde nació y creció con sus hermanos, donde nacieron y crecían sus sobrinos. A tres días de la Navidad la nostalgia lo invade, sus ojos se llenan de lágrimas pero se contiene y me habla de sus sentimientos.

“El sentimiento es de tristeza para todos. Todos los años la familia estábamos unidos, ahora cada quien por su lado. Éramos como 30 personas”.

Me explica que no es capricho negarse a la reubicación, sino que las autoridades estatales y municipales no se dan cuenta que sus actividades económicas, las que le dan de comer, las realizan en la zona limítrofe entre Puebla y Tlaxcala.

En su caso particular me cuenta que tenía un Volkswagen Atlantic en donde trasladaba sus cajas con los pollitos que vendía de puerta en puerta, tanto es esa junta auxiliar como en Tlaxcala, vehículo que se calcinó en la explosión.

“El presidente municipal Eduardo Rivera solo vino a tomarse la foto, nadie viene a preguntarnos ¿con quien estamos viviendo? ¿qué estamos comiendo? pero como verá la Policía Estatal tiene resguardada la zona que para que no vengamos a poner nuestras casas como paracaidistas, aunque somos los legítimos dueños de estos predios”.

Salomé aseguró que, si las autoridades no les dejan construir sobre sus terrenos, tras negarse a la reubicación, los tomarán con el apoyo de organizaciones sociales.

Pero eso ya será el próximo año, por ahora solo le queda fortalecer el corazón para que su tristeza no aumente en Navidad y Año Nuevo, cuando sus hermanos y sobrinos no puedan reunirse y tengan que pasarla, separados, en las casas de las amistades y familiares que como si fueran peregrinos hoy les dan posada.

Al despedirnos, Salomé mete las manos en la bolsa delantera de su sudadera, respira y le echa una mirada al terreno, después se da la vuelta rápidamente y comienza a caminar, levanta su cabeza y mira al cielo.

Por Mónica Franco

Periodismo de género, reportera y columnista. Soy sobreviviente, insurrecta e independiente. Amo la libertad y escribo historias de imperfectas como yo. Creo en las hijas del pueblo, en las que llegamos sin mediación de un hombre y que caminamos a la par de ellos.

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