Un dato curioso es que todo los sistemas de transporte, son operados por la compañía Carris de Ferro de Lisboa desde 1926, y ya para el 2002, todos los elevadores son Patrimonio Nacional Portugués.
Aprovechando mi visita a SmartCity Fira Barcelona tuve la oportunidad de “escaparme” a Lisboa a raíz de una invitación para presentar nuestros desarrollos con unos colegas y amigos portugueses.
Lisboa es una ciudad de 506,892 habitantes en una superficie de 100.05 km2 (Datos 2015) donde su principal encanto son sus barrios que se encuentran en las colinas de su abrupta superficie montañosa, y es aquí donde esta Ciudad me ha dejado fascinado, ya que su sistema de movilidad se adaptó a esta difícil orografía y se resolvió de una manera magistral, y que ha logrado permanecer por casi 150 años.
Para poder solventar estas caminatas con grandes pendientes y desniveles se construyeron elevadores, funiculares y tranvías. En la actualidad aún funcionan un total de 4 elevadores antiguos que representan importantes atractivos turísticos por su historia, ingeniería y ubicación, además son conexiones estratégicas a la movilidad peatonal de la ciudad.
La historia se remonta a 1875 cuando se inicia la construcción del primer elevador que es inaugurado en 1884 con funcionamiento a través de contrapesos de agua, y así a través de gravedad con grandes tanques lograban mover el vagón, en 1886 se le añade un mecanismo de vapor para mejorar su rendimiento y a principios del siglo XX es cuando inicia la operación eléctrica. Un dato curioso es que todo los sistemas de transporte, son operados por la compañía Carris de Ferro de Lisboa desde 1926, y ya para el 2002, todos los elevadores son declarados parte del Patrimonio Nacional Portugués.
El funicular más antiguo es el Elevador do Lavra puesto en operación en 1884, con un recorrido de 188 m y una pendiente de 22.9%, recorre una calle residencial y tiene cuenta con una curva moderada en su trayecto, y existen dos vagones, uno de subida y otro de bajada, a mitad de su recorrido hay un pequeño callejón escalonado repleto de grafitis, que por cierto se pueden ver en muchas paredes de la ciudad y forman parte de su atractivo.
El funicular Elevador da Gloria quedaba justo frente a mi hotel, y me he cansado de tomarle fotografías y observarlo, inaugurado en 1885 transporta a más de 3 millones de viajeros al año ya que desemboca en su parte más alta en el mirador de San Pedro Alcántara, una vista elevada de la ciudad que nos permite admirar la belleza y trazado de los barrios lisbonenses, con sus techos en teja roja y sus complejas calles, plazas y banquetas con diseños en piedra construidos a mano, el recorrido total es de 260 m y tiene una pendiente de 17.7%, también con un trayecto lleno de grafitis, tanto en los vagones como en las paredes de su recorrido, y algo que me llamó mucho la atención es que debido a que la pendiente es variable, los vagones ajustan su altura trasera para que los pasajeros siempre conserven un piso plano de cero grados.
El Elevador da Bica inaugurado en 1892 es uno de los más pintorescos con un recorrido de 200 m por la calle estrechísima de Rua da Bisca de Duarte Belo, llena de restaurantes, algunos bares y casas muy bonitas, aunque esto no es exclusivo de esta calle, lo fascinante de Lisboa es que en cada rincón, en cada calle, plaza, casa, edificio, hay siempre algo que ver, un detalle de azulejo, su arquitectura, la banqueta, en fin, una ciudad de detalles que llenan el ojo de cualquiera.
Y terminamos con el Elevador de Santa Justa, una obra de arte urbano monumental que comunica a los barrios de Baixa y Chiado, inaugurado en 1902, este a diferencia de los otros 3, es de ascenso completamente vertical en sus 45m y está construido en hierro, tiene dos ascensores de madera que pueden alojar hasta 24 personas, en el techo de este elevador se encuentra un mirador a cielo abierto simplemente espectacular, justo en el centro de la ciudad, también a través de un puente que nos comunica con la parte superior se tiene un bar y restaurante que permiten disfrutar de la vista acompañados de una buena cerveza portuguesa, y su base inferior, sirve como escenario donde todas las noches se juntan artistas locales para realizar sus presentaciones musicales, cuenta con unas escalinatas que sirven de butacas para disfrutar del espectáculo, y son la antesala de una calle peatonal que vibra de gente.
Por otro lado tenemos las 5 líneas de tranvías, activas y bastante ocupadas, la primera línea que conectaba a la estación de Santa Apolonia con el barrio de Santos, era impulsada por caballos a inicios de 1870, otro dato curioso y relevante en la dinámica automotriz de la actualidad en la ciudad, es que el ancho de vía era el internacional (1,000mm), sin embargo, empezaron a ser utilizados por empresas que aprovechaban los carriles del tranvía para mejorar la rodadura de sus carruajes.
Para luchar contra esto, Carris durante los trabajos de electrificación, decidió modificar el ancho de vía a 900mm impidiendo su aprovechamiento por los carruajes estándar, hoy en día, los tranvías han impedido la proliferación del uso del auto particular por su complejo entramado de calles, y aunque en algunas zonas se siente sobre todo el ruido de los autos, la zona central es primordialmente peatonal o de uso amigable con el peatón; Zona 30.
De esta forma y a pesar que la misma Carris ha ido introduciendo un sistema de transporte de autobuses que han ido acorralando a los tranvías, en la zona centro, todavía se permanecen por el mismo diseño y entramado de calles y pendientes, por esto caminar Lisboa permite disfrutar cada vez que vemos pasar uno de estos monumentos históricos de electro movilidad.
También en la parte baja, a lo largo de la costa, tuve la oportunidad de desplazarme a lo largo de 18kms (ida y vuelta) en los scooteres eléctricos de Lime, cerca de la zona centro se cuenta con una ciclovía de primer nivel, pero a medida que nos alejamos desaparece y tenemos problemas para seguir circulando, hasta que llega el momento de cruzar un puente con el scooter cargando para poder a travesar las vías del tren y llegar a la orilla del mar, una calle de lajas que no es tan amigable para el scooter.
Lisboa, es una ciudad de 5 sentidos, por que a lo largo de sus caminatas la vista se llena de los colores de sus grafitis, sus azulejos en casas y edificios, sus vistas elevadas desde los diferentes miradores de la ciudad, el oído se satisface a través de sus múltiples calles peatonales y espacios públicos donde podemos escuchar música, murmullos, diversión, el correr de las ruedas de los vagones por sus vías y hasta el espectacular Puente 25 de Abril, el puente colgante más largo de Europa pero que su construcción y el viento al paso de los vehículos y el tren emana un sonido espectacular que nunca había escuchado, el gusto se desprende de su múltiple oferta gastronómica, el Time Out Market y por supuesto sus deliciosos vinos, especialmente el Porto que nos permite disfrutar en un pequeño bar de horas y horas de conversación para compartir vivencias y experiencias, mismo sucede con el olfato, aunque aquí hay que sumar, ese olor a costa, a mar por la zona de la Torre de Babel y por supuesto el sentido, las texturas que nos brinda la ciudad son maravillosas por ejemplo en el Monasterio de los Jerónimos de Belém o sus casas de azulejos y así es como Lisboa es una Ciudad de los cinco sentidos en cada uno de sus detalles.
Recomendación de lectura, muy recomendable para la ocasión; Walkable City Rules: 101 Steps to making better places de Jeff Speck.
@avelezi