Por años hemos tratado al agua como basura, la entubamos para apartarla de las calles, hacemos más drenajes o colocamos tubos de mayor diámetro.
Se acerca la época de lluvias, y con estas los problemas de inundaciones en la calle y espacio público, y por ende el caos para movernos.
Es increíble que relacionemos a las lluvias con caos. El agua es parte esencial de la vida en el planeta y deberíamos de agradecer cada vez que la tenemos.
Por años hemos tratado al agua como basura, la entubamos para apartarla de las calles, y al igual que la creencia errónea de que si hacemos más carriles se disminuirá el tráfico vehicular, hacemos más drenajes o colocamos tubos de mayor diámetro y el problema no sólo sigue si no que aumenta.
Paradójicamente la demanda de agua en las ciudades cada vez es mayor. Recuerdo la época de lluvias del año pasado en la CDMX con pipas de agua estancadas en Viaducto con agua hasta las ventanas de la cabina, una imagen perfecta de la incongruencia con la que hemos diseñado nuestras ciudades.
La gestión del agua en la movilidad y espacio público es apasionante y quisiera agradecer a José Antonio Lino, un excelente ser humano y una de las personas que más sabe sobre este tema, por haberme introducido a este fascinante mundo, no podré transmitir en estas pocas líneas lo que Toño expresaría, pero haré mi mejor esfuerzo al menos para dejar la inquietud en mis queridos lectores.
Es urgente que cada una de las 59 zonas metropolitanas del país cuente con un Plan de Resiliencia Hídrica para al menos los siguientes 30 años. Los datos mandan y son alarmantes, para poner un ejemplo, con nuestros sensores de cantidad de lluvia y fuerza de precipitación instalados en Puebla, sabemos que el colapso se da cuando llueven 7mm en un m3 por 30 minutos u 11mm en un m3 por 14 minutos, no estamos hablando de un desastre natural si no de condiciones de lluvia que se dan por decenas a lo largo de la temporada.
En particular me gusta mucho el Proyecto “The Big U” para Manhattan, algo que adecuado a las propias circunstancias se debería estar planeando para la zona de Cancún. The Big U considera una serie de intervenciones en toda la zona baja de Manhattan donde habitan 220,000 personas y es representa un sector de negocios de US$500 mil millones que no sólo impactan a la unión americana si no al resto del mundo, durante el Huracán Sandy no sólo el Distrito Financiero fue devastado, si no que más de 95,000 personas de escasos recursos sufrieron las consecuencias, los sistemas de comunicación y transporte fueron cortados y miles de personas se quedaron sin energía y SIN AGUA!.
El proyecto es denominado “The Big U” por que precisamente se establece en todo el perímetro de la zona baja de la isla formando una U de protección continua a lo largo de 16 kilómetros que responden a las necesidades específicas de cada zona e incluso a las amenidades que necesitan los vecinos.
La propuesta divide el área en 3 secciones; El East River Park, Two Bridges and Chinatown, y el Brocklyn Bridge to the Battery, cada sección contempla su propia infraestructura de zonas de protección contra inundaciones y son integradas socialmente a la comunidad.
East River Park: Es un parque inundable a nivel del mar que levanta una cortina natural del lado de la calle con el que se protege el área de inundaciones y elevaciones del nivel del mar pero que además cuenta con espacios de relajación y convivencia social con fabulosas vistas del río, se prevé contar con plantas y árboles tolerantes al agua de sal para integrarlos al hábitat y se estima que puede prevenir las inundaciones de los siguientes 100 años.
Two Bridges and Chinatown: Aprovechando la estructura elevada de distribuidores viales, en caso de inundación, se despliegan paredes para formar un dique urbano, estas paredes serían decoradas por artistas locales y los bajo puentes serían zonas rescatadas para la recreación pero también con un diseño inundable que puede contener el agua en un primera fase.
Brocklyn Bridge to the Battery: Se contempla construir un museo marítimo o un complejo de educación ambiental en el que hasta ahora es el Edificio de la Guardia Costera, en este espacio se planea que se pueda observar las variaciones en el nivel del mar. Un espacio para concientizar sobre esta gran problemática.
Por supuesto estos tres son los proyectos macro pero van acompañados de intervenciones micro, a lo largo del corredor, con jardines de lluvia y tanques de tormenta, rescate de superficies hoy impermeables para volverlas permeables y muchos más elementos. Se estima que la implementación total de este proyecto junto con los demás dedicados a este plan de resiliencia pueden costar US$816 millones, que pueden parecer mucho, pero representan nada comparado con los costos de no hacerlo.
En nuestras ciudades podemos pulverizar estos mismos elementos; contamos con camellones, interminables espacios de estacionamiento, canchas deportivas y parques que pueden ser fácilmente rediseñados para ser captadores de agua, e incluso con filtros para reinsertarla al subsuelo, son intervenciones de bajo costo, esto, en conjunto con una Política Pública de Resiliencia Hídrica no sólo para la calle si no en los edificios, casas y complejos comerciales haría una gran diferencia, y seguramente pasaríamos de “odiar” la lluvia cuando nos movemos a amar la lluvia siempre!.
Recomendación de lectura
ResilientCities: Overcoming Fossil Fuel Dependence de Peter Newman, Timothy Beatley y Heather Boyer.
Fuentes consultadas:
http://www.rebuildbydesign.org/our-work/all-proposals/winning-projects/big-u https://www.resilientdesign.org/a-dramatic-resiliency-plan-to-transform-new-york-city-the-big-u-moves-forward/ NACTO: Urban Street Stormwater Guide