La desigualdad en los cuidados es evidente: por cada 4 horas que dedican las mujeres a los cuidados, los hombres dedican solo 1.
“Sin estar todavía superada la pandemia podemos afirmar categóricamente que los cuidados se han develado como el ámbito a transformar e intervenir no solo para salir avante de la crisis, sino para combatir las desigualdades sociales que imperan en el país”, sostuvo Elisa Gómez de la Fundación Friedrich Ebert en México. En esta dirección apuntan diversas iniciativas en la Cámara de Diputados, que proponen elevar a rango constitucional el derecho al cuidado digno y al tiempo propio de las mujeres y, a partir de este reconocimiento, establecer un sistema nacional de cuidados. El Gobierno Federal también se ha pronunciado y comprometido con la intención de colocar los cuidados al centro de la política nacional.
Para Elisa Gómez: “no se trata de un derecho más o de una política pública más, se está frente a la posibilidad de construir un México realmente igualitario -con justicia de género y justicia social-, a partir del desmantelamiento de las estructuras patriarcales que han hecho de la división sexual del trabajo la principal fuente de desigualdad social”. Asimismo, “desde un enfoque de derechos se podría avanzar hacia un nuevo paradigma que destierre las visiones asistencialistas y clientelares de los modelos de bienestar vigentes”.
Con el #CuidadoDignoYTiempoPropioYa, hoy se presentó la Coalición por el Derecho al Cuidado Digno y al Tiempo Propio de las Mujeres, cuyas integrantes urgieron al Congreso mexicano a reconocer el derecho humano al cuidado digno y al tiempo propio de las mujeres. Dicha coalición está integrada por: Las Constituyentes CDMX Feministas, Yo Cuido A.C., Red de Cuidados en México, la Fundación Friedrich Ebert en México y el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir. A su vez, estas organizaciones se componen de académicas, activistas y cuidadoras que han estudiado el tema de cuidados. Su objetivo, en palabras de Laura Ríos de la Red de Cuidados en México, es “hacer aportaciones que construyan un camino incluyente hacia el reconocimiento legal de estos derechos y la puesta en marcha de los mecanismos que permitan el goce de los mismos”. Afirmaron que no es posible construir el Sistema Nacional de Cuidados sin la participación de las organizaciones de la sociedad civil porque las políticas públicas deben construirse “del territorio al escritorio, y no al revés”.
Para Sofía Martínez de la Asociación Civil Yo Cuido: “Es imposible concebir la vida sin pensar en los cuidados desde nuestro nacimiento hasta la vejez. Los cuidados son el pilar que sostiene la vida, nuestras vidas. Los cuidados son la mano que alimenta y que baña, que acarrea el agua, lava la ropa, y prepara la sopa. Las mujeres que cuidan, las que guían y revisan las tareas escolares al mismo tiempo que mentalmente repasan la lista del súper, que asisten en la enfermedad, que acompañan en la vejez y que sostienen en la discapacidad”.
La desigualdad en los cuidados es evidente: por cada 4 horas que dedican las mujeres a los cuidados, los hombres dedican solo 1. Así también lo es su aportación a la economía mexicana: el trabajo de cuidados no remunerado en los hogares representa el 23.5% del PIB, y el 29.1% del total del PIB en el sector salud, correspondiente al trabajo no remunerado que se destina a los cuidados de salud en los hogares.
Los cuidados cobran una relevancia importantísima en este momento crucial que vive el mundo, México incluido, pues en palabras de Indra Rubio del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir: “En el contexto del COVID-19, las medidas de distanciamiento social como el cierre de escuelas[1] y centros de trabajo, implican para las mujeres una sobrecarga -aún mayor[2]- en sus responsabilidades en el cuidado de infantes, personas mayores, personas en enfermedad o con alguna discapacidad. En el caso de las mujeres con trabajos remunerados tienen el reto de conciliar su vida laboral y familiar, lo que puede generarles grandes cantidades de estrés, agotamiento extremo y afectaciones a su salud. Ante la saturación de los sistemas de salud, la carga de estos cuidados se traslada a los hogares[3], recayendo principalmente en las mujeres”.
Debido a estas cargas de trabajo, las mujeres tienen pobreza de tiempo, como afirmó Pilar Alberti, representante de Las Constituyentes CDMX Feministas, que dijo: “Las mujeres tienen pobreza de tiempo porque el mandato patriarcal las obliga a dedicar toda su vida y todo su tiempo al trabajo doméstico y a los cuidados de los demás. Para cambiar esta situación es necesario despatriarcalizar la sociedad, acabar con los micromachismos, la misoginia y las violencias, y exigir que los hombres dediquen el mismo tiempo que las mujeres al trabajo doméstico y de cuidados”. Por ello, desde la perspectiva de género feminista, proponen el derecho al tiempo propio de las mujeres como un nuevo derecho humano, el cual garantiza la libertad en el uso del tiempo para atender las necesidades e intereses de las mujeres, en todos los ámbitos públicos y privados de su vida.